Canten hoy, pues nacéis vos,

los ángeles, gran Señora,

y ensáyense, desde ahora,

para cuando nazca Dios.

 

Canten hoy, pues a ver vienen

nacida su Reina bella,

que el fruto que esperan de ella

es por quien la gracia tienen.

Digan, Señora, de vos,

que habéis de ser su Señora,

y ensáyense, desde ahora,

para cuando nazca Dios.

 

Pues de aquí a catorce años,

que en buena hora cumpláis,

verán el bien que nos dais,

remedio de tantos daños.

Canten y digan, por vos,

que desde hoy tienen Señora,

y ensáyense, desde ahora,

para cuando venga Dios.

 

Y nosotros, que esperamos

que llegue pronto Belén,

prepararemos también

el corazón y las manos.

Vete sembrando, Señora,

de paz nuestro corazón

y ensayemos, desde ahora,

para cuando nazca Dios. 

Así se dirige la liturgia de hoy a María Santísima en su glorioso nacimiento, con estos conocidos versos del genial Lope de Vega. Celebramos hoy a la Virgen María en tantos lugares de la geografía española, bajo otras advocaciones. 

Podemos unir varios temas para meditar en este día. Este jueves celebrábamos a santa Teresa de Calcuta. Hacemos todo esto por Jesucristo, respondía siempre a los que le preguntaban el porqué de su entrega absoluta. Ni por dinero, ni por fama, ni por un vago sentimiento de solidaridad; lo hacemos por Cristo, insistía repetidamente. Ama hasta que te duela; si te duele, es la mejor señal. Y ella, fiel a sus palabras, amó hasta la muerte. En 1994 la prensa publicó una carta suya dirigida al entonces presidente de los Estados Unidos, Bill Clinton. Madre Teresa repetía que sin María no hay Jesús. Y al celebrar hoy la Natividad de María podemos engarzar los tres temas.

La carta[1] comenzaba diciendo: 

Creo que el mayor enemigo de la paz hoy día es el aborto, porque es una guerra contra el niño, la muerte directa del niño inocente, asesinado por su misma madre. Y si aceptamos que una madre asesine a su propio hijo, ¿qué podemos decir de las personas que se matan entre sí? ¿Cómo podemos convencer a una mujer de que no aborte? Debemos persuadirla con amor, y recordar que amar significa entregarse completamente. Jesús entregó su vida por amor a nosotros. Así, una madre que está pensando en abortar debería ser ayudada a amar; es decir, a poner en lugar secundario sus proyectos y su tiempo libre, y a respetar la vida de su hijo. También el padre del niño, quienquiera que sea, debe mostrarse disponible. 

Mediante el aborto, la madre no aprende a amar, sino que asesina a su propio hijo para resolver sus problemas.

Mediante el aborto, el padre dice que no quiere asumir ninguna responsabilidad respecto al hijo que ha engendrado. Es muy probable que el padre se halle en la misma situación difícil de la madre.

Todo país que acepta el aborto es porque su gente no ha aprendido amar, sino que recurre a la violencia para obtener lo que quiere. Por eso, el mayor destructor del amor y la paz es el aborto. Mucha gente se preocupa por los niños de la India y de África que mueren de hambre. Mucha gente se preocupa también por la violencia que penetra en los adolescentes (de ese inmenso país que es Estados Unidos). Todas estas preocupaciones están justificadas. Pero con frecuencia esa misma gente no se conmueve por los millones de niños que son asesinados gracias a la decisión deliberada de sus propias madres. El mayor destructor de la paz hoy en día es el aborto, que causa en las personas una gran ceguera. Por ello, decía Madre Teresa de Calcuta, lanzo un llamamiento: “No nos olvidemos de los niños”. El niño es un don de Dios a la familia. Cada niño ha sido creado a imagen y semejanza de Dios para que realice grandes obras... 

Más adelante, afirma la religiosa albanesa: 

Sé bien que el matrimonio ha de proyectar su vida familiar, y para esto se requiere el método natural de planificación familiar. Al destruir el poder de dar la vida con la anticoncepción, el marido y la esposa se dañan a sí mismos. Esto hace que centren toda su atención en sí mismos y que destruyan el don de la vida que hay en ellos. Al revés, cuando el marido y la esposa se aman verdaderamente, cada uno dirige toda su atención al otro, de modo recíproco, recurriendo al método natural de planificación familiar, y nunca a los métodos anticonceptivos. Una vez que el amor vivo se destruye con el uso de los métodos anticonceptivos, el aborto es algo que entra fácilmente en la mentalidad de la pareja... 

Y entonces recuerda el caso de una señora pobre que fue una vez a agradecerles a las monjas que le hubiesen enseñado el método natural de planificación familiar, y le dijo a Madre Teresa: Vosotras, que practicáis la castidad, sois las más indicadas para enseñarnos los métodos naturales, pues no es más que un control de nosotros mismos fundado en el respeto recíproco... 

Queridos hermanos, tenemos que defender la vida. Hubo una Niña, engendrada por unos buenos padres. La tradición los ha llamado Joaquín y Ana; ellos engendraron a María Santísima. Esa Niña, limpia e inmaculada, llamada María, desde que pudo comprender las promesas que Dios había hecho a su pueblo, suplicaba: ¡Ven, Señor Jesús! 

Nosotros no somos políticos, ni presidentes de ninguna nación, pero no podemos permitir que se vulneren los derechos de los no nacidos por su falta de voz. No puedo alargarme más. Queridos hermanos, oremos a Santa María, en su Natividad gloriosa, con estas palabras de san Juan Pablo II[2]:

Oh María, aurora del mundo nuevo,

Madre de los vivientes,

a ti confiamos la causa de la vida:

mira, Madre, el número inmenso

de niños a quienes se impide nacer,

de pobres a quienes se hace difícil vivir,

de hombres y mujeres víctimas

de violencia inhumana,

de ancianos y enfermos muertos

a causa de la indiferencia

o de una presunta piedad.

Haz que quienes creen en tu Hijo

sepan anunciar con firmeza y amor

a los hombres de nuestro tiempo

el evangelio de la vida.

Finalmente. Al celebrar hoy la Natividad de la Santísima Virgen María, en tantos lugares bajo las advocaciones de los Llanos, del Pino, de Gracia, de la Peña de Francia, de la Victoria, de Covadonga, de Nuria, de Guadalupe, del Prado de Talavera… y tantas otras como bañan la geografía española, y que celebran en estos días el amor del pueblo fiel hacia María Santísima y la felicitan. 

En una entrevista que realizaron hace años a la primera sucesora de Madre Teresa, Sister Nirmala, recordando el humor maravilloso que tenía la Madre, refería cuando, encontrándose enferma, le contó un sueño que había tenido. En el sueño ella había muerto y había ido al cielo. Y San Pedro le decía que no podía entrar porque allí no había pobres. 

-Cuando su salud –prosigue sister Nirmala- empezó a empeorar, le pregunté:

-¿Qué va a hacer si San Pedro le dice otra vez lo mismo?

Y  Madre Teresa me respondió:

-No pienso irme. Sé que la Virgen saldrá y le dirá: Por favor, déjala entrar. Se ha portado muy bien conmigo y me reza todos los días de su vida

Que también nosotros proclamemos a María: “Bendita Tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre”. Y que hoy la felicitemos.

 

 

[1] MADRE TERESA DE CALCUTA, Señor Clinton, ¡no mate a los niños! Yo los quiero. En la Tercera del diario ABC, publicada el 19 de febrero de 1994.

[2] San JUAN PABLO II, Evangelium vitae, nº 105.