¿Un laico recibe algún encargo de la Iglesia? ¡Sí! El dinamismo propio del bautismo, concretado en su vocación laical, lo lleva a vivir su vocación en el mundo asumiendo tareas que le pertenecen por su propia naturaleza.

 
 
¡Ah!, ¿pero no es la pura pasividad? ¡No! El fiel laico posee una vocación y una misión, irrenunciable, insustituible. Le pertenece a él, no al sacerdote; es suya, no del religioso o consagrado.
 
¿Entonces? Pues habrá que mostrar el horizonte de la vocación laical y su campo de acción, recordarlo las veces que sean necesarias y ayudar, animar y acompañar en el desempeño de su apostolado.
 
"La Iglesia se concentra de modo especial en educar a los discípulos de Cristo, para que sean cada vez más testigos de su presencia en todas partes. 
 
-Toca a los fieles laicos mostrar concretamente en la vida personal y familiar, en la vida social, cultural y política, 

 -Compete también a los fieles laicos participar activamente en la vida política de modo siempre coherente con las enseñanzas de la Iglesia, compartiendo razones bien fundadas y grandes ideales en la dialéctica democrática y en la búsqueda de un amplio consenso con todos aquellos a quienes importa la defensa de la vida y de la libertad, la custodia de la verdad y del bien de la familia, la solidaridad con los necesitados y la búsqueda necesaria del bien común. Los cristianos no buscan la hegemonía política o cultural, sino, dondequiera que se comprometen, les mueve la certeza de que Cristo es la piedra angular de toda construcción humana...
 

-Se trata de un desafío exigente. Los tiempos que estamos viviendo nos sitúan ante problemas grandes y complejos, y la cuestión social se ha convertido, al mismo tiempo, en cuestión antropológica. Se han derrumbado los paradigmas ideológicos que, en un pasado reciente, pretendían ser una respuesta «científica» a esta cuestión. La difusión de un confuso relativismo cultural y de un individualismo utilitarista y hedonista debilita la democracia y favorece el dominio de los poderes fuertes.
 
Hay que recuperar y vigorizar de nuevo una auténtica sabiduría política; ser exigentes en lo que se refiere a la propia competencia; servirse críticamente de las investigaciones de las ciencias humanas; afrontar la realidad en todos sus aspectos, yendo más allá de cualquier reduccionismo ideológico o pretensión utópica; mostrarse abiertos a todo verdadero diálogo y colaboración, teniendo presente que la política es también un complejo arte de equilibrio entre ideales e intereses, pero sin olvidar nunca que la contribución de los cristianos sólo es decisiva si la inteligencia de la fe se convierte en inteligencia de la realidad, clave de juicio y de transformación" (Benedicto XVI, Discurso a la Plenaria del Consejo Pontificio para los Laicos, 21-mayo-2010).
 
La parroquia, la comunidad cristiana, el grupo o movimiento deben suministrar:
  1. Los medios de santificación, la vida sacramental, la oración.
  2. La necesaria formación doctrinal
  3. El acompañamiento y el apoyo cristiano.

Y esto, no para encerrar a los cristianos en lo afectivo del propio grupo o parroquia, sino para lanzarlos a dar vida al mundo. ¡Su lugar es el mundo!