Las súplicas de la Iglesia en su liturgia son siempre universales, incluyen a todos, miran las necesidades de todos los hombres.
Lo más alejado de ese espíritu católico son las preces o las súplicas en que una tras otra sólo pide por los presentes, "para que nosotros", "para que tomemos conciencia de que", "para que seamos solidarios", etc.
Reza la Iglesia en su liturgia y con su corazón abarca a todos. Y como muestra, tres textos de la liturgia hispano-mozárabe, nuestro venerable rito, iluminan y dan pistas de cómo proceder no sólo en la liturgia, sino también en la oración privada y personal, a la hora de pedir al Señor.
Concede, te pedimos:
a los sacerdotes concordia,
a los clérigos disciplina,
a los monjes perseverancia,
a las vírgenes sagradas pureza,
a las viudas continencia,
a los príncipes sea una vida prudente,
a los pueblos sea una paz indivisible,
haya abundancia de todos los frutos (LMS 1328).
Y mirando a las necesidades universales del pueblo cristiano, suplicará la liturgia:
Acreciente la fe de la Iglesia,
otorgue la paz,
conceda la remisión de los pecados,
a los enfermos la salud,
a los caídos la reparación,
a los atribulados el gozo,
a los cautivos la redención,
a los oprimidos la liberación,
a la tierra la paz,
a los difuntos el descanso (LO 234-235).
Asimismo, otro ejemplo igualmente universal:
Los vencidos sean perdonados,
los cautivos sean devueltos a la libertad,
los enfermos restablecidos,
los peregrinos alcancen su piadoso destino,
las viudas protegidas,
los huérfanos y adolescentes librados de los excesos,
los navegantes lleguen a puerto,
a los litigantes se les otorgue la concordia de la paz,
a los fieles difuntos se les conceda el lugar del descanso (LMS 1338).
Otro ejemplo, en una Post-Nomina del III domingo de Cotidiano:
Dígnate aceptar la humildad de nuestra confesióndado que, día y noche, pedimos con insistencia,oh Dios, la piedad de tu gran misericordia:por tu Iglesia católica,para que te dignes protegerla de todo mal;por los que nos gobiernan,para que puedan asegurar la paz y la justicia;por los obispos, para que, en el ejercicio de sus funciones,se vean libres de las insidias del enemigo;por los ministros de la Iglesia y por todo el pueblo,para que, por tu gran misericordia, Señor,te dignes librarlos de cualquier adversidad;por las almas de los fieles que descansan en paz,para que obtengan el perdón de sus pecados;y, para que la salud acompañe a todos los vivos,por intercesión de los santos" (LMS 1355).
Aprendamos con estos ejemplos a orar personalmente ante el Señor, ya que la liturgia es escuela de oración, y sepamos bien qué es entonces en la liturgia la oración universal, las preces, la intercesión: por todos y por todas las necesidades, y no únicamente por mí y los mío o por el "nosotros" de quienes asisten a la liturgia.
¡Concédelo Dios eterno y todopoderoso! Amén.