Donoso, arrepentido, nos cuenta los resultados de su acción política en su "etapa liberal", anterior a 1848:
«Yo siempre fui creyente en lo más íntimo de mi alma, pero mi fe era estéril, porque ni gobernaba mis pensamientos, ni inspiraba mis discursos, ni guiaba mis acciones»
Es una magnífica descripción de los políticos que se dicen católicos, militando en los partidos del Sistema, que son esteriles para el Bien (pero son muy útiles para el Sistema como coartada de pluralidad y sirven para mantener secuestrado el voto católico poniéndolo al servicio de políticas anticristianas).
¡Qué los políticos "católicos" no me cuenten cuantos rosarios rezán, cuantos libros sobre santos escriben, a cuantos retiros y convivencias van, ni en cuantas mesas redondas de congresos católicos participan!
Eso es un asunto de su director espiritual y personal.
¡Qué me cuenten esos supuestos políticos católicos, en función de la posición que ocupan, cuantas y que proposiciones han hecho en parlamentos, ayuntamientos, etc.., que leyes han aprobado, que leyes han derogado, cuanto dinero público han dedicado a favorecer la familia, la vida, la educación, etc... y que resultados, reales y palpables y no imaginarios, han tenido!
Eso es mi problema y el del resto de ciudadanos, porque las decisiones públicas se imponen obligatoriamente con la violencia coactiva del Estado y se hacen a costa de los impuestos públicos.
¡Y qué esos políticos, que se califican como católicos, evalúen, no con voluntarismo, sino con realismo, el bien que han podido hacer militando en partidos del sistema, si alguna vez han podido cambiar las posiciones políticas de éstos y sus actuaciones controlando la administración, frente al mal que han hecho reteniendo con su presencia el voto de los católicos en partidos contrarios a los valores cristianos e impidiendo que esos votos apoyen a organizaciones alternativas cristianas que si hubieran alcanzado parlamentos y administraciones públicas hubieran hecho el Bien!
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