Otra ideología del siglo XXI.
Ariane Nicolas, periodista francesa, estudia en Antiespecista. La nueva ideología (Rialp, 2020, 201 págs ) -obra muy centrada en autores, hechos y políticas franceses- una nueva ideología que denomina antiespecismo. Según la autora esta ideología se define por inventar un hecho (la humanidad trata injustamente a los animales de forma estructural al negar que se trata de seres de igual dignidad a la humana), inventar un nombre para esa actitud (especismo, según el modelo de racismo o sexismo) y convertir en causa política y exigencia moral la lucha contra ese presunto especismo.
Es decir, el antiespecismo sería la causa política consistente en la lucha contra la atávica negación por parte de los humanos de su igual dignidad con los animales no humanos (al menos, los sintientes), apreciando tal negación como una forma de maltrato inadmisible. En último término, el antiespecismo es un anti humanismo más de nuestra época que, bajo la disculpa seudo moral de la defensa de los animales no hablantes, degrada al ser humano al equipararlo con todos los animales o al menos con los sintientes.
Capítulo tras capítulo, Ariane Nicolas pone muchos ejemplos de esta lucha antiespecista: la condena de comer carne como asesinato de animales, la repulsa a la domesticación de animales como atentado a su libertad, el rechazo a la inseminacion animal como violacion, la calificación como genocidio de las campañas de desratización o contra las cucarachas, etc.
Resalta la autora, a la vez y con acierto analítico, que el antiespecismo es -mal que le pese- un curioso humanismo a contrario sensu y de forma contradictoria, pues considera a los humanos como la única especie con obligaciones morales con las demás especies: a ningún antiespecista se le ocurre exigir a los miembros de otras especies un compromiso moral con sus postulados igualitarios. ¿No supone esto admitir de hecho la especificidad humana: que somos la única especie dotada de razón, de libertad y de responsabilidad moral?
También se detiene la autora en poner en valor la tentación violenta de esta nueva ideología que ya tiene sus pequeñas manifestaciones en hechos reales, pero que se manifiesta sobre todo en un lenguaje agresivo e insultante para los discrepantes, que es una forma de violencia no física que -según muestra la historia- con frecuencia es el preludio de la violencia física. En este rasgo de la agresividad y la pulsión totalitaria se asemeja el antiespecismo al resto de ideologías anti humanistas de nuestros días.
Los anti humanismos actuales, bien niegan la dimensión espiritual del ser humano (materialismo), bien niegan todo valor a nuestro cuerpo como parte de nuestra identidad (género y algunos transhumanismos), bien niegan toda especificidad al homo sapiens frente al resto de animales (el antiespecismo y algunos otros animalismos) o bien consideran que el ser humano es un error de la naturaleza digno de ser exterminado o superado (ciertas posturas ecologistas y transhumanistas). Con frecuencia, varios o todos estos errores antropológicos cursan juntos en las ideologías contemporáneas y en determinadas posturas políticas.
Al acabar la lectura del libro de Ariane Nicolas es obligado recordar que frente a estas ideologías anti humanistas se levanta la vieja sabiduría de Occidente: el ser humano es un animal (por eso nuestro cuerpo forma parte también de nuestra identidad) pero singular frente al resto por estar dotado de racionalidad y libertad que le hacen moralmente responsable (y espíritu, diríamos los teístas); y además es criatura social, relacional, dependiente y responsable de los demás y del conjunto de la naturaleza, Y los cristianos añadimos que es la única criatura amada singularmente por Dios a título de hijo, lo que le otorga una singular dignidad y una especial responsabilidad sobre el conjunto de lo existente.
Benigno Blanco