En la Biblia se habla diversas veces sobre el resto fiel que sigue los mandamientos. Son quienes siguen las Pisadas de Cristo y no olvidan que nada son sin Dios. El Evangelio de hoy habla de dos hijos. El segundo dice obedecer a su padre, mientras el primero no lo dice, pero lo realiza. En el Evangelio de la semana pasada hablaba del olvido de las personas adultas en la evangelización. En el Evangelio de hoy Cristo nos habla más o menos de lo mismo. Nos habla de quienes dicen no cuando son llamados, pero finalmente cumplen la voluntad del Padre. En nuestro caso, a lo mejor pasan muchas décadas antes de ser tierra fértil, hasta que la persona ha madurado y reflexionado.
Cuando se trilla en la era, el grano apenas se ve; pero llegará el tiempo de la bielda. Pocos son, pues, los que se salvan en comparación de los muchos que se pierden. Pero estos pocos han de constituir una gran masa. Cuando venga el aventador trayendo en su mano la horquilla, limpiará su era, recogiendo el trigo en el granero, y la paja la quemará en fuego inextinguible. No se burle la paja del trigo. Esto es hablar la Verdad y no engañar a nadie. Sed muchos entre los muchos, pero sabiendo que en comparación de cierta clase de muchos sois pocos. Porque de esta era ha de salir tanto grano que llene los graneros del cielo. Pero no puede contradecirse quien dijo que son pocos los que entran por la puerta estrecha y muchos los que perecen por el camino ancho. (San Agustín. Sermón CXI, 3)
No cabe duda que la juventud temprana es el mejor momento para enseñar las bases de la fe. También es cierto que la juventud es cuando se pueden encontrar vocaciones para la estructura eclesial, pero este semillero se va agotando. ¿Y después qué? ¿Nos olvidamos de la tierra que ansía recibir la semilla del Evangelio? Se puede decir que esa tierra era pedregosa en la juventud, pero olvidamos que sólo la experiencia y la vida misma, convierten la tierra pedregosa en tierra fértil para aceptar la Palabra.
También lo decía la semana pasada en mi humilde comentario: es complicado evangelizar a quienes tienen experiencia. No se dejan llevar por cuestiones secundarias, shows mediáticos, necesidades como sentirse incluido en un grupo social o ser considerado por los demás. Evangelizar a un adulto supone superar todos los prejuicios que se han creado durante muchos años. Evangelizar a un adulto requiere autenticidad e ir a lo esencial, a lo que transforma, a lo que trasciende estructuras humanas. No olvidemos que es el primer hijo, quien cumple con el Padre. El primer hijo de la parábola de hoy, necesitó tiempo para reflexionar y hacer suya la voluntad del padre. De igual forma, nosotros necesitamos tiempo para empezar a comprender que haciendo la Voluntad de Dios, encontramos el sentido de nuestra vida.
Dice San Agustín “No se burle la paja del trigo”, como se suele hacer con los adultos. "Los últimos serán los primeros". Las capacidad de volar con el viento no las tiene el grano, pero sí lleva consigo el alimento que debe ser molido y horneado. A la puerta estrecha se llega después de muchos años. Sobre todo cuando se deja de ser promesa para los intereses del mundo. Cuando la puerta estrecha aparece, hay que despojarse de todo lo accesorio, todas las cargas sociales y tomar la cruz. De rodillas ante Dios, sin fuerzas humanas ni capacidades sociales. Es la única forma de pasar esa puerta y encontrarse con el Padre que nos espera para invitarnos al Banquete que nos ha preparado como hijos pródigos que somos.