Estoy leyendo el libro “hablemos de Nueva Evangelización” de Mons. Berzosa y me está gustando mucho. Quizás sea demasiado esquemático en algunas partes, pero en general traza un plano claro de qué tenemos que entender como Nueva Evangelización. Uno de los puntos fuertes del libro es la utilización de símiles que hacen  el texto atractivo, sencillo y facilmente recodable.

Uno de estos símiles utiliza tiene que ver con lo que tendríamos que llevar en la maleta del evangelizador. Me he tomado la licencia de cambiar maleta por mochila, ya que creo que la evangelización a veces conlleva hacer trechos por caminos pedregosos y llenos de trampas. Bueno ¿Qué nos dice Mons Berzosa que debemos de echar a la mochila?
 

·         Una silla con cuatro patas: comunidad, anuncio, celebración y compromiso. ¿Para qué una silla? Las sillas son herramientas de descanso que nos permiten deternernos con comodidad a reflexionar sobre lo que vamos viviendo y lo que tenemos que afrontar. Mons Berzosa señala a la comunidad como una de esas patas y estoy totalmente de acuerdo. Sin una comunidad de la que parte la evangelización y a la que se retorna con quien hemos “pescado”, no hay evangelización. Pero también son importantes las otras tres patas. En anuncio ¿Qué tenemos que comunicar y cómo tenemos que hacerlo. La celebración, tanto Litúrgica como todo momento en que nos reunimos en Nombre del Señor. Queda el Compromiso. ¿Qué es un cristiano sin compromiso? ¿Qué evangelizador es aquel que a la primera se echa atrás. Son cuestiones que deben de sustentar nuestra reflexión.

·         Una medalla, con dos caras: Rey y Reino. La medalla es un elemento que llevamos colgado al cuello y que nos sirve para recordar nuestro objetivo. El Rey es Cristo y el Reino es su plan divino. Nosotros, en la medida que nuestra voluntad se ajuste a la Voluntad de Dios, seremos herramientas eficaces para mostrar al Rey y trabajar por el Reino de Dios. El evangelizdor lleva a su cuello la medalla de dos caras porque asume el compromiso y lo integra en su vida.

·         Una brújula, bien orientada. Norte amor apasionado a Jesucristo: Sur: eclesialidad; Este: formación y oración; Oeste: Compromiso y presencia pública. La brújula nos sirve para no perdernos en nuestra misión. Con la brújula podemos conocer dónde estamos en cada momento y dónde queremos ir. Gracias a ella podremos trazar el itinerario a realizar.

·         Un pastillero, humor hasta para reírnos de nosotros mismos, amor en forma de ternura para cambiar las personas, paciencia para sembrar sin esperar recompensa. A las pastillas que Mons Berzosa nos sugiere yo añadiría otras que son muy interesantes: respuestas claras para compartirlas con quienes las ignoran, textos de referencia para los momentos que es necesario recobrar el aliento, oraciones para dar gracias solos o en unión de quienes estén con nosotros, agradecimiento para repartirlo a todas las personas con las que nos crucemos,  sencillez para sabernos bajar de los pedestales y lavar los pies de nuestros amigos, soledad para reflexionar, … Hay muchas pastillas útiles que podemos y debemos llevar con nosotros.

·         Un mapa o GPS, que comporta, ante todo, una eclesiología sana; no deficitaria. En este sentido hay que superar los déficits eclesiológicos que es lo más contrario a la absolutización de una postura o a la contraposición de posturas. ¿Qué nos quiere decir Mons Berzosa? Básicamente que la Iglesia es la imagen de Cristo en la tierra y que no podemos trocear a Cristo y trabajar sólo en el trozo o entendimiento que nos parece agradable. Cristo es Profeta, Sacerdote y Rey. También es Maestro, Mártir y Siervo. No podemos reducir nuestra labor a uno de estos aspectos y despreciar los demás. Tampoco podemos rechazar uno o varios aspectos que no nos gusten. Pero es cierto que cada uno de nosotros tiene un carisma especial que prima uno o varios aspectos. Si nos vemos incapaces de abarcar todos estos aspectos, unámonos y complementémonos. La unión hace la fuerza, también cuando evangelizamos.

Cristo envió a los Apóstoles a anunciar el Reino de dos en dos (Mc 6, 713). La evangelización no es una tarea de francotiradores o Llaneros Solitarios. La Nueva Evangelización es una tarea de toda la comunidad, de toda la Iglesia.