Como decíamos en el post anterior, todos somos evangelizadores, pero Dios nos ha hecho a cada cual con nuestro carácter, nuestro estilo, nuestra personalidad. Y a la hora de evangelizar no podemos dejar de ser uno mismo para convertirnos en actores, intérpretes, profesionales y a tiempo parcial. Somos apóstoles, evangelizadores, testigos de nuestra fe allí donde estamos y haciendo lo que debemos hacer. Dentro de los estilos destacábamos el de San Pedro y el de San Pablo. Ambos predicando a Cristo, pero con distinto estilo, apropiado a la formación personal y al tipo de gente a los que se dirigían. Y ambos dieron la vida por lo que predicaban.
En el Evangelio aparecen otros modos de evangelizar, igualmente eficaces, pero modalidades diferentes, tal y como nos lo sugiere Mark Mittelberg (ver post anterior).
El estilo testimonial del hombre ciego
A pesar de que no conocemos mucho de este hombre como lo que sabemos de Pedro o Pablo, podemos estar seguros de esto: el ciego que Jesús sanó (Juan 9) había visto algo que ¡valía la pena contar!
Ciego de nacimiento, este hombre regularmente pedía limosna a la gente. Su rutina cambió drásticamente cuando Jesús se le acercó y le dio el don de la vista. Antes de darse cuenta, se vio frente a una audiencia hostil que le pedía que explicara lo que había ocurrido.
Observa la diversidad de estilos de evangelización. Cuando Pedro se levantó frente a una audiencia similar, los enfrentó con la verdad y les dijo que él obedecería a Dios antes que a la gente. Pablo razonó las Escrituras con sus interlocutores para mostrarles que Jesús era el Mesías esperado. Pero el hombre anteriormente ciego no tenía ninguno de estos dos métodos.
Por el contrario, habló de su experiencia y declaró confiadamente: «Una cosa sé: que yo era ciego y que ahora veo». Eso es muy difícil de disputar, ¿verdad?
Observa que en el versículo 3 Jesús le dijo a este hombre que él había nacido ciego «para que las glorias de Dios se manifiesten en él». Eso es un ejemplo de lo que he estado diciendo: se nos equipa con un método hecho a nuestra medida. Dios había preparado a este hombre toda su vida para usar su historia y así guiar a las personas hacia Cristo.
Hay mucha gente que necesita escuchar una historia, un testimonio vivo, similar acerca de cómo Dios está trabajando en la vida de un creyente. Ellos quizá no respondan muy bien a un desafío o argumento, pero un relato personal de alguien que ha llegado a la fe los influiría poderosamente. ¿Podría ser esa tu historia?
Los testimonios eficaces no tienen que ser dramáticos. No se excluya de este método solo porque tiene una historia ordinaria —las historias ordinarias se relacionan muy bien con las personas ordinarias de su vecindario y lugar de trabajo.
El estilo interpersonal de Mateo
Los recolectores de impuestos no eran conocidos precisamente por convertirse en evangelistas. Aun así eso fue exactamente lo que le ocurrió a Mateo. Después de aceptar la llamada de Jesús a convertirse en uno de sus seguidores, Mateo decidió hacer lo que estuviera en sus manos para alcanzar la mayor cantidad de sus amigos posible.
En Lucas 5.29 lo encontramos organizando un gran banquete para sus amigos recolectores de impuestos en un esfuerzo por presentárselos a Jesús y la nueva vida que Él ofrecía. Mateo se apoyó de las relaciones que había cultivado con estos hombres y buscó ayudarlos. Los invitó a su hogar. Pasó tiempo con ellos y comió con ellos. Él verdaderamente se preocupaba por ellos y quería emplear la confianza y el respeto que se había ganado por años para influirlos a considerar las afirmaciones de Cristo.
La ventaja de la amistad es que nos proporciona la más alta posibilidad de influir en la vida de los demás. Aquellos que tienen el estilo de evangelización interpersonal se especializan en esta área. Tienden a ser calurosos, individuos que se fijan en cómo están los demás, disfrutan profundos niveles de comunicación y confianza con aquellos que están tratando.
¿Disfruta tener personas en tu casa, compartir una comida con ellos, y pasar tiempo hablando? Muchas personas nunca serán atraídas por el Evangelio hasta que alguien se tome el tiempo de edificar ese acercamiento con ellos.
El estilo por invitación (el estilo de la mujer samaritana)
No tardó mucho tiempo la mujer samaritana en darse cuenta de que el hombre con el que hablaba no era un maestro ordinario. Sus discernimientos proféticos y sus respuestas con autoridad la convencieron de Su afirmación de ser el Mesías.
Entonces, ¿qué hizo? Ella inmediatamente fue a su pueblo y trajo a sus amigos al pozo para que escucharan a Jesús por su propia cuenta. Esta simple invitación hizo que Él se quedara en su pueblo por dos días. Muchos de estos hombres y mujeres se convirtieron en sus seguidores.
Hay gente que avanzaría bastante en su peregrinaje espiritual si alguien los invitara estratégicamente a eventos de interés, o a un encuentro de oración para personas que no son creyentes. Y muchas personas no cristianas están abiertas a este acercamiento. Una encuesta reciente realizada por el investigador Jorge Barna mostró, por ejemplo, que cerca de 25% de los adultos en Estados Unidos iría a la iglesia si un amigo los invitara. Piénsalo —¡uno de cada cuatro de sus amigos estaría dispuesto a acompañarte a un encuentro con Jesucristo!
Es urgente descubrir cual es mi estilo, el que más se adecúa a mi modo de ser, con el fin de aprovechar el tiempo y llevar al Señor a las personas que no lo conocen, y que seguro que se sentirán felices si tienen la oportunidad de que Cristo entre en sus vidas.
Los medios de comunicación, entre ellos Internet, son vehículos muy valiosos para evangelizar, pero lo que más llega es el cara a cara, el encuentro personal por ser algo vivo. En ese encuentro personal se muestra el amor que se tiene a esa persona, hasta el punto de ofrecerle lo mejor que tenemos, que es Dios.