En octubre de 2011, mientras entrevistaba a don Gabriele Amorth en Roma para mi libro Así se vence al demonio (LibrosLibres), salieron a relucir las rendijas por las que se cuela el Maligno causando una auténtica escabechina en la sociedad actual.
 
Una de esas rendijas es el llamado Reiki, término japonés tan en boga hoy, que sugiere una especie de “poder espiritual”.
 
Mediante la imposición de manos, este sucedáneo de medicina alternativa promete canalizar una supuesta “energía vital” para curar o paliar dolencias físicas e incluso enfermedades mentales.
 
Pero nada más lejos de la verdad, como me advertía Amorth, exorcista oficial de la diócesis de Roma.
 
Sin ir más lejos, el jueves pasado leí en este mismo portal de Religión en Libertad el SOS lanzado por el sacerdote indio James Manjackal sobre el Reiki y otras prácticas esotéricas y de la Nueva Era, precisamente:
 
“Con toda la sinceridad de mi corazón –advertía este sacerdote católico-, puedo decir que entre el 80% y el 90% de los participantes [en sus retiros carismáticos] han estado en el Yoga, el Reiki, la reencarnación, etc., que son prácticas religiosas orientales. Allí han perdido la fe en Jesucristo y en la Iglesia”.
 
Finalmente, de entre los numerosos correos que sigo recibiendo en mi web de lectores de Así se vence al demonio, extracto el siguiente de una víctima del diablo, a la cual, por razones obvias, amparo ahora en el anonimato.
Dice así:
 
“Le escribo para ver si puede ayudarme a localizar el número de teléfono de don Gabriele Amorth. Estoy metido en un problema muy gordo. Hice algo de lo que me arrepiento profundamente. Todo por querer ayudar a un amigo, pero al final hemos enfermado los dos, y más gente.Llevo pasado el peor año de mi vida. Ni se imagina la influencia demoníaca que tengo encima por haber hecho un curso de una cosa llamada Reiki, tan de moda en nuestro país. Jamás pensé que sería igual que hacer espiritismo, y que abriría las puertas a muchos demonios. Ojalá pudiera retroceder en el tiempo, pero me temo que ya es tarde…
 
"Me quedé poco a poco sin movilidad, e incluso perdí mi trabajo. He recorrido varios hospitales, sometiéndome a todo tipo de pruebas: TAC, escáneres… Pero los médicos aseguran que no tengo nada.
 
"Aun así, debí permanecer tirado en un sofá de casa de mis padres sin poder moverme y con una fatiga que me ahogaba. Ni siquiera podía subir a mi habitación, en la planta de arriba. Debí resignarme a vivir en aquel sofá durante varios meses consecutivos, mientras nadie sabía qué me pasaba.
 
"Finalmente, desesperados, mis padres me llevaron a un exorcista. Tuvieron que trasladarme en silla de ruedas. Tras el exorcismo, me sentí liberado. Desaparecieron de repente todos los síntomas. Pero fue algo pasajero, pues al cabo de unos días empecé a sentirme igual o peor que antes. Mis padres se hartaron de mí, hasta el punto de decirme que estaba obsesionado. No se imagina lo mal que sienta que a uno lo tachen de loco y de ansioso cuando tiene un problema tan gordo como el mío; dan ganas de suicidarse.
 
"Sigo soportando las 24 horas del día hormigueos fortísimos, descargas eléctricas, sensación de asfixia, alergias de todo tipo... El demonio me quiere ver destruido. Hasta las uñas de las pies se me han vuelto de repente de color amarillento, despidiendo un olor putrefacto…
 
"Pienso contarle al mundo lo que me ha pasado y cómo llegué a meterme en esto del Reiki. Soy bastante experto en cosas de Nueva Era, que por supuesto jamás volveré a hacer en mi vida”.
 
Con información también se combate al demonio. 

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Espero que le guste. Gracias.