He hablado con el monje en la Gruta. Llovía. La Virgen nos miraba.

Toda vida es un milagro. Un milagro tras otro. Cada nanosegundo se produce un milagro, ¿es que no lo entiendes?

Y yo he dicho que sí y he sonreído y estoy en una Paz desconocida."

La primera monjita se fue y llego otra, igual de anciana, pero seria y cariacontecida. Al cabo de una hora, su rostro se había transformado: la misma paz y la levedad de un esbozo de sonrisa. Hablaba, sin duda, con Jesús. Pero desde un cierto dolor asumido y tranquilo. O sea, igual que la primera monja, pero distinto… Dios hace y cuida a sus flores una a una…

Paz y Bien.