No podían, los obispos españoles, haber hablado más claro sobre los problemas que afectan a la familia que como lo han hecho en el documento que acaban de publicar. Se trata de un texto de lectura obligatoria no sólo para los católicos, sino para todos aquellos que están preocupados por el devenir suicida en que se ha hundido nuestra sociedad.
Cuando se analiza el pasado para buscar los culpables de la crisis económica, y se lleva a los tribunales a los gestores de los grandes Bancos, ¿no se debería hacer lo mismo con los que han destruido la célula matriz de la sociedad, la familia? Si la economía se saneará cuando pongamos los pies sobre la verdad de lo que somos y de lo que podemos, abandonando la mentira de vivir por encima de nuestras posibilidades, la sociedad también se saneará cuando reconozcamos, como hacen los obispos, que hay una legislación que propicia la destrucción del matrimonio. “Asistimos a la destrucción del matrimonio por vía legal”, dicen. O, lo que es lo mismo, la ingeniería social en la que nos han sumergido, busca acabar con la familia para conseguir un tipo de hombre totalmente manipulable, un hombre “híbrido”, como dice el documento episcopal. Esta acción no es casual, sino que está programada, como también señalan los obispos. Y sus resultados son muchísimo más graves que los de la crisis económica, e incluso son la causa de la misma.
Hay que llevar a los tribunales a los políticos antifamilia, como ahora se está haciendo con los banqueros irresponsables. Sólo entonces la sociedad se dará cuenta de que destruir la familia es muchísimo más nocivo que destruir la economía. Podremos retroceder, económicamente, a niveles de consumo de hace veinte años, pero no podemos vivir sin la familia, y esto que están promoviendo no tiene nada que ver con la institución familiar.
Gracias, pues, a la Conferencia Episcopal española por hablar tan claro. Era necesario y urgente hacerlo.