Cada vez están arreciando más los vientos de la cultura de la muerte, leyes más absurdas y letales, consecuencias de las leyes aún más absurdas y destructivas para el cuerpo y el alma de las personas. ¿Qué hacemos? Yo no tengo todas las respuestas ni abarco todas las posibles acciones, pero hay una que creo es la fundamental y siempre es a la última que acudimos y a la que muchas veces menos valor damos, la oración.
La batalla por la vida y la dignidad de las personas es una batalla espiritual, una batalla entre el bien y el mal y, por lo tanto, nuestra principal arma es la oración.
Nos cuesta mucho rezar por varias causas, señalo solo dos:
- Porque es reconocer que nosotros solos no podemos, que no está en nuestras manos, y eso escuece la soberbia. Hace poco leíamos el Evangelio en el cual los apóstoles estaban intentando echar un demonio y no podían, y Jesús cuando le preguntan por qué no podían les responde muy claramente: «¿Por qué nosotros no pudimos expulsarle?» Les dijo: «Esta clase de demonios con nada puede ser arrojada sino con la oración y el ayuno». Antes de esto regaña a la gente con firmeza, porque Jesús no era un blandito «¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo habré de soportaros? ¡Traédmelo!»
En un primer momento, es muy duro reconocer que uno no puede, pero después es maravilloso saber que Dios es quien lleva la historia y que el puesto de salvador está dado y no eres tú.
Hasta que uno no se da cuenta, experimenta y asume que contra lo que lucha es contra la ceguera moral y ante la dureza del corazón del pecado y que solo Dios puede cambiar los corazones, no se entera uno de qué van las cosas.
- Porque la acción social está muy bien vista.Ocuparse de los “pobres” está bien visto, hay un cierto reconocimiento hasta por aquellos que odian la fe, y está bien, claro que lo está, y es necesario, pero a veces nos hace perder perspectiva de que el Evangelio de la vida no se limita a la asistencia social. Sin embargo, cuando rezas y ayunas nadie te lo agradece ni te lo reconoce, es más, siempre sale el argumento de “mucho rezar y poco ocuparse de las personas”. Y por ese complejo de que si rezabas era una rata de sacristía egoísta que no pensabas en los demás y te alejabas del mundo, es como nos han engañado y nos han desarmado.
La oración por la vida puede tener varias formas
- Una de ellas es rezar en los abortorios. Es una forma fantástica porque se da un testimonio increíble y por testimonios de conversos como Abby Johnson de muchísima eficacia.
- Pero otra de ellas, que podemos hacer 365 al año y en todas partes es rezar en nuestras parroquias y en nuestras comunidades. Una parroquia que reza por la vida se transforma. Una parroquia que reza por la vida se convierte en un “oasis de misericordia” en una fuente de vida que contagia a todas personas que entran en contacto. ¡Qué lugar tan propio para rezar en frente del sagrario, en frente de quien es la Fuente de la Vida! La oración comunitaria en las parroquias tiene una fuerza incalculable, el mismo Cristo nos lo promete.
- Y siempre tenemos la oración personal, que es muy grata al Señor y que el mismo os invita una y otra vez también a hacer en soledad, solos con Él, con el Padre que ve en lo secreto. Esa igualmente es 365 al año y siempre está a nuestro alcance.
Oremos por la vida, hay demonios que solo salen con ayuno y oración y este desde luego es uno de ellos, solo con activismo y buena voluntad no podremos.