Leo un artículo de Mons. Charles Pope en el National Catholic Register en el que aborda la cuestión del cambio climático en relación al próximo Sínodo de la Amazonia. El artículo vale la pena y entresaco del mismo una observación que creo que muchos podemos compartir cuando Mons. Pope señala las "preguntas que nadie parece poder o no quiere responder:
- ¿Cuál es la temperatura ideal o normal del planeta?
- ¿Qué es demasiado hielo en los polos y qué no es suficiente?
- ¿Cómo se explican los cambios bastante dramáticos en el clima mucho antes de que el hombre pudiera tener una influencia real?
- ¿Por qué un planeta más cálido es necesariamente un planeta peor? Incluso si el nivel del mar aumentara un poco, ¿sería un buen contrapeso la tierra cultivable en Siberia y el norte de Canadá?
- ¿Cómo sabemos realmente que todas las cosas terribles que predicen sucederán y que sucederán de repente y de una vez en 12 años?
En general, cuando hago estas preguntas, encuentro que no recibo respuestas. En cambio, soy reprendido con una especie de fervor religioso que me considera no solo estúpido, sino incluso peligroso y moralmente malvado. ¿Cómo me atrevo a tener dudas o preguntas? Es una especie de debate prohibido y debería estar avergonzado de mí mismo (me dicen) por sugerir incluso que podría haber incertidumbre en cualquiera de las predicciones. Esto va a suceder, y debes seguir con el programa."
Resulta evidente que lo que explica Mons. Pope no tiene nada que ver con el cuidado de la Creación, sino que va por otros caminos, en concreto, por el camino del "programa" del que habla.
¿Y en qué consiste el programa? Pues tampoco es ningún secreto, basta leer lo que proponen las grandes organizaciones internacionales y que Pope resume en:
- Control de la población que incluye anticoncepción obligatoria, esterilización, aborto y eutanasia.
- Imposición ideológica de políticas que favorecen fuertemente la naturaleza por encima del hombre y nociones colectivistas y globalistas por encima de la familia.
- Una creciente intrusión del gobierno en todos los aspectos de la vida y límites draconianos en las economías de los países que obstaculizarán su crecimiento y afectarán desproporcionadamente a los pobres.
Pues de esto va la historia, por mucho que algunos se empeñen en otra cosa.