Ni la corrupción es patrimonio de quienes nos gobiernan, ni la honradez lo es de la oposición. Lo que sí hemos de exigir quienes formamos la sociedad, es que, por ejemplaridad, quienes ostenten cargos públicos, sean los primeros en cumplir la ley, puesto que tienen como misión hacerla cumplir. Aunque gran parte de la solución está en el momento de elegir a quienes nos han de representar.
En la actualidad hablamos mucho de estabilidad social y política. Y es necesaria, pero siempre que se fundamente en la verdad y el la honradez de los elegidos. La estabilidad por otra parte, no se logra encubriendo fraudes e irregularidades; los fraudes e irregularidades pueden darse por descontados cuando son elegidas personas sin moral y sin sentido del bien común; no del bien personal ni del partido sino, más bien, cuando se ve que buscan el bien común con honradez en la gestión de la cosa pública, con claridad en los programas y transparencia en la gestión, sin miedos de que aparezcan las lacras.
Por otra parte, si es el pueblo quien ha elegido a sus representantes, es deber de éstos informar al pueblo a quien representan. De ahí que deban ser muy transparentes a la hora de dar cuenta de lo correcto de su gestión. Y si hay algún caso de corrupción, sea del propio partido o de otro, no deben tener ningún reparo en clarificarlo, que para eso han sido elegidos por el pueblo. El partido no debe ser considerado nunca como un dios a quien hay que servir con los ojos cerrados. Recuerdo a mi padre, hombre de gran sensatez, que me decía muchas veces ya en mi niñez: “Pepito, la verdad sólo tiene un camino”. En la búsqueda y defensa de la verdad debemos empeñarnos todos. Es más importante defender la verdad cuando se busca el bien común, que defender al propio partido. El partido es falso si no se fundamente en la verdad.
Es lógico que a la hora de actuar los políticos cuando se sospecha de algún hecho delictivo y de corrupción hay que poner todo el interés para que haya la mayor transparencia en clarificarlo y en hacer justicia. Es la única manera de que la sociedad se fíe de los políticos; y cuanto más elevado sea el cargo, más transparencia debe haber. Ante una sociedad enferma no podemos ocultar sus enfermedades estén donde estén, sobre todo, si los miembros enfermos son de los más importantes. Las enfermedades hay que curarlas, no esconderlas. No vale decir que estamos muy sanos si los síntomas son de enfermedad.
El tumor social que puede haber, lo mismo perjudica al cuerpo si está en la derecha que si está en la izquierda. Hay que extirparlo esté donde esté; y para extirparlo hay que descubrirlo.
Pienso que es una vergüenza el que hayan tenido que ser unos periodistas quienes hayan descubierto los grandes fraudes, y que no haya sido la Administración, a pesar de contar con los mejores medios para hacerlo. Con la particularidad de que con esa manera de actuar, se esté dando la impresión de querer "tapar" muchos casos.
La autoridad debe ser ejemplar en la búsqueda del bien común.
José Gea