Definiciones de “servir”:
1-Estar al servicio de alguien.
2-Hacer un favor o prestar voluntariamente un servicio a una persona.
3-Ser un instrumento a propósito para determinado fin.
4-Dar o prestar apoyo o asistencia a alguien valiéndonos de un conjunto de medios materiales o inmateriales.
5-Ayudar.
Definición de “ayudar”: Hacer algo de manera desinteresada para otra persona por aliviarle el trabajo, para que consiga un determinado fin, para paliar o evitar una situación de aprieto o riesgo que le pueda afectar, etc.
Todos necesitamos la ayuda de los demás en algún momento, y si somos buena gente, la agradecemos. Cuesta pedir ayuda porque eso implica reconocer que estamos necesitados, que somos limitados, que nosotros solos no podemos. Pedir ayuda es un ejercicio de humildad y a veces lo hacemos muy a regañadientes, aguantándonos como podemos la soberbia.
En alguna ocasión habremos sido nosotros los que hemos ayudado a otro, los que hemos servido a otro, los que hemos asistido a otro en su necesidad. Porque ayudar significa eso: ayudar. Asistir a otro en su necesidad, no en lo que a ti te apetece hacer o en lo que a ti te parece que necesita sino en lo que necesita aunque a ti no te apetezca o no te lo parezca.
Imagínate que estás enfermo o lesionado y no te puedes mover, tienes que guardar reposo y no puedes ocuparte de las tareas de la casa. Claramente necesitas que alguien te ayude, que alguien vaya a tu casa y limpie por ti, cocine, lave la ropa, planche, haga la compra, etc.
Ahora imagínate que ese alguien viene y cocina pero deja todo sin recoger, grasiento, sin limpiar… y que cuando hace la compra no se ciñe a la lista que has preparado sino que compra lo que le parece mejor y se sale de tu presupuesto; y que al lavar la ropa no separa por colores y se destiñe todo; y que al planchar no sabes cómo lo hace pero después de haberse pasado 1 hora dale que te pego la ropa está arrugada o con la raya torcida o doble.
¿Eso es ayudar? ¿Eso es servir? Porque vamos a ver: esa persona ha dejado todo para ir a tu casa y hacer las tareas que tú no puedes hacer, ha dedicado su tiempo y su esfuerzo a servirte, eso no lo puedes negar. Pero, ¿realmente te ha aliviado el trabajo, ha paliado una situación de aprieto, te ha dado apoyo? ¿O te ha dado más trabajo porque después de irse la cocina estaba mas sucia que cuando llegó? ¿O te ha causado más perjuicio que beneficio porque en vez de comprar cinta de lomo como tú le pediste, compró solomillo porque te quiere mucho y pensó que eso era mejor, y te ha dejado sin presupuesto para el resto del mes? Y claro, ¿qué haces ahora, le das las gracias o le mandas a freír monas? Es complicado.
Una amiga mía tuvo que guardar reposo durante una temporada y estaba muy agobiada porque tenía un bebé de menos de 1 año. Alguien se ofreció a cuidar del bebé y esta mujer respiró de alivio. Pero a los pocos días su ayudante empezó a llegar cada vez más tarde a buscar al bebé y se lo devolvía cada vez más temprano, por lo que mi amiga se vio obligada a cuidar de su bebé con todas las de la ley en esos ratos en que su ayudante no estaba, arriesgándose a hacerse daño y retrasando así su recuperación. ¿Es esto ayudar, servir? A mí no me lo parece.
Párate a pensar y sé sincero contigo mismo: ¿alguna vez te has visto en esta situación, has necesitado ayuda en algo concreto y te has sentido desamparado porque la ayuda no era tal, y encima has tenido que decírselo a tu ayudante y has pasado un mal rato?
Piensa esto otro también: ¿alguna vez te han pedido ayuda para algo y tú has hecho lo que te parecía mejor en vez de lo que te pedían, y encima te has ofendido cuando te lo han hecho notar? Entonces, ¿qué querías en realidad, servir al otro o hacer tu voluntad?
Tengo una amiga a la que quiero mucho y con la que hubo un tiempo en que no podía quedar nunca porque mis hijos eran pequeños y tenía mucho quehacer en casa: mucha ropa que lavar, mucha ropa que planchar, mucho que ordenar… Un buen día me llamó y me dijo que no hacía falta que nos viéramos por ahí, que ella lo que quería era pasar un rato conmigo así que iba a venir a mi casa y se iba a poner a planchar. Me quedé tiesa.
Vino a casa, abrió la tabla de planchar, cogió la montaña de ropa y se pasó la tarde planchando mientras yo hacía otras tareas. Hablamos, tomamos un café, nos reímos… pero verdaderamente me ayudó, me sirvió. En lo que yo necesitaba, no en lo que a ella se le daba mejor o en lo que pensó que necesitaba. ¡Ole! Eso es amistad, eso es ayudar y eso es servir.
Puede que tengas verdaderos deseos de servir a Dios y a su Iglesia y que hayas pensado que podrías hacer esto o aquello. Pero, ¿y si resulta que vas a tu parroquia y te dicen que no necesitan eso que les ofreces sino otra cosa?
Pongamos que te gusta mucho cantar y te ofreces para apoyar al coro pero te dicen que no hay coro o que el coro es sólo de jóvenes, pero que necesitan catequistas o lectores para la misa de 12, o voluntarios para barrer el templo o para alfabetizar a inmigrantes extranjeros. ¿Qué haces tú? ¿Dejas a un lado la idea que te habías hecho, te arremangas y ayudas en lo que hace falta? ¿Te vas y no vuelves?
Tengo este talento y además me gusta hacer esto y he ayudado a otros haciendo aquello que se me da tan bien y que es bueno. Pero ahora nadie me requiere para esto sino que me piden que haga esto otro que a mí no me gusta, aunque si me esfuerzo puedo hacerlo bien. La gran pregunta es: ¿de verdad quiero servir –a Dios en su Iglesia-, o lo que quiero es hacer algo que me apetece?
Mírate por dentro: ¿quieres servir a Dios y a su Iglesia o quieres darte gusto a ti mismo? Puede que tú creas que sirves haciendo esto o aquello, y que sean cosas buenas, pero Dios te necesita en otro servicio, en otra tarea, en otro sitio. Así que piénsalo bien: ¿quiero servir a Dios o quiero darme gusto?
No sé tú pero yo quiero ser un instrumento útil para mi Señor, servirle en lo que me pida aunque lo que me pida no me guste, no me apetezca o no sea lo que yo quería que me pidiera.
Señor, hazme un instrumento útil y dócil.