Ha supuesto para mí una verdadera sorpresa y un profundo dolor la historia rocambolesca del mayordomo de Su Sanidad, que presuntamente ha traicionado la absoluta confianza que habían depositada en su persona. Como ha apuntado nuestra página, me he acordado inmediatamente de la novela “La última revelación”, que casi calca lo sucedido sin llegar a poner en peligro la vida del Santo Padre. Pero todo podía haber sucedido si al mayordomo Paolo se le va la cabeza más allá de lo que pretendía con su trama.
Parece incomprensible, pero ya no se asusta uno de nada. Hubo un Judas que traicionó a Cristo, y a lo largo de la historia han abundados los indeseables judas, que no les ha importado nada el escándalo con tal de conseguir sus propósitos.
Ya dijo Pablo VI que el humo de Satanás estaba muy metido en los rincones de la Iglesia, y aludía especialmente al Vaticano. Pero yo me pregunto: ¿Cómo es posible que una persona tan cercana a los secretos oficiales y domésticos, de tanta confianza, se atreva a tal fechoría? Tienen que haber por medio intereses de envergadura para jugarse el tipo de esa manera. A los involucrados en el delito no les ha faltado tiempo para poner en circulación en un libro, que promete ser “Bell Seller”, todo el fruto del hurto. La diplomacia Vaticana, la más prestigiosa del mundo, parece que no ha sabido custodiar a buen recaudo los papeles filmados por el impostor. O quizá sí, pero con un cancerbero que parecía de fiar hasta que el demonio se le ha cruzado por la entreceja.
En los últimos tiempos parece que los muros vaticanos son de cristal. Puede que los fabulosos poderes mediáticos se filtren por las paredes. Y el enemigo aprovecha cualquier atisbo para montar el escándalo.
Pienso en lo que sufrió Juan Pablo II cuando fue víctima del engaño del P. Marcial Maciel, del que no le informaron en su momento, y lo que estará sufriendo Benedicto XVI con la destitución forzosa del Director del Banco del Vaticano y el asunto de los documentos. Por eso merece que oremos intensamente por él, y sugiero que le enviemos mensajes de apoyo y solidaridad a su correo personal, que facilito para todos: benedettoxvi@vatican.va
No se trata de llenar páginas, sino de abrir nuestro corazón y decirle lo mucho que le queremos, y que puede contar con nuestra sincera oración. Es nuestro Padre en la fe, y necesita ser arropado por sus hijos, sobre todo en momentos difíciles. Si uno le ha traicionado, que pueda contar con millones que quieren serle fiel hasta dar la vida.
Y no olvidemos de rezar la oración de San Miguel para que Satanás se aleje de los muros de la Iglesia, nuestra casa, que por muy fuertes que sea, los espíritus malignos se filtran hasta por el ojo de la cerradura. ¿Podrá confiar Benedicto XVI en otro mayordomo? Afortunadamente no todo el mundo está infectado. Pero yo por si acaso pondría los documentos a buen recaudo, que las paredes oyen y hasta leen y fotocopian lo que no deben. Por lo que vemos hay Wiki-Leaks hasta en las puertas mismas del cielo.