Atención al siguiente dialogo entre dos católicos:

Es un dialogo inventado, pero no creo que nadie niegue que es muy verosímil.

Pues bien, yo diría que la manera de “razonar” de ambos contiene un doble error que irónicamente podría catalogarse de efecto “mejillón” (por eso de la inflación de la referencia evangélica a la mejilla)

Me explico:

Primer error:

Se coge una frase suelta del Evangelio, se deduce literalmente su sentido  y de ahí se extrae la norma de conducta.  Todo ello conduce  a una incorrecta interpretación del sentido de la frase.  No hay más que leer unas líneas antes en el mismo párrafo del Evangelio para comprobar lo absurdo de tal interpretación, pues de ser así deberíamos sacarnos un ojo, si el ojo nos hace pecar, o cortarnos una mano cuando la mano es ocasión de pecado. (ver Mt. 5, 38 y Mt. 5, 29)

Segundo error  (quizá más grave):

Se asienta en el que así piensa una mentalidad según la cual se entiende que hay cosas que dice el Evangelio  que están bien, pero que no son para cumplirlas. No niega  que el Evangelio lo dice, pero está convencido  que no es para llevarlo a la práctica, o simplemente que es para otros. Supongo que no hace falta explicar la burla a Cristo que esta conducta conlleva.

En resumen:

Porthos