En Estados Unidos hay dos grandes asociaciones (Conferencias) que congregan a las 55,000 religiosas que hay en la Unión Americana: laLeadership Conference of Women Religious, que representa al 80%, y elCouncil of Major Superiors of Women Religious, que representa al 20% restante. Es algo más bien atípico pues en la mayoría de los países es una solaConfederación, no dos.
La Santa Sede aprobó en 1992 el Council of Major Superiors of Women Religious visto que muchas congregaciones religiosas no querían formar parte de la otra Conferencia -la Leadership Conference of Women Religious- dada su tendencia de constante y creciente infidelidad al Magisterio de la Iglesia.
A mediados de abril de 2012 la Santa Sede decidió intervenir a la Leadership Conference of Women Religious publicando una Evaluación Doctrinal que hemos colocado íntegra, en lengua castellana, en este blog.
Desde entonces han aparecido, especialmente en lengua inglesa, una gran cantidad de comentarios, análisis y artículos. Quien escribe ha leído al menos 17 (13 en lengua castellana, 2 en italiano y 2 en lengua inglesa). A juicio del autor de estas líneas, se ha pasado de largo por tres aspectos fundamentales que no se han tocado y que guardan relación con esta intervención de la Santa Sede.
1. Ayudar a vivir en la verdad
El primer aspecto que se debe resaltar es que la Iglesia se preocupa por sus hijas, en este caso las superioras de laLeadership Conference of Women Religious que representan a sus respectivas familias religiosas y a quienes forman parte de ellas en Estados Unidos. La Iglesia no quiere que permanezcan en el error sino que vivan en la verdad para que sean auténticamente libres y no prisioneras del vaivén de las opiniones de moda que han entrado, como se puede advertir tras la lectura de la Evaluación doctrina, en la Leadership Conference of Women Religious misma (y de ahí en muchas comunidades de religiosas). Se trata, por tanto, de un acto de bondad el corregir y sacar del error y de la mentira a quienes en ahí viven, de modo que en sus respectivas congregaciones brille íntegra la luz del Magisterio de la Iglesia de Cristo.
2. Preservar el carisma de cada instituto
Por otra parte se trata de ayudar a mantener vivo y radiante el don de Dios transmitido por medio de las respectivas fundadoras o fundadores a las generaciones presentes y futuras de cada congregación. La Iglesia podría "hacerse como que no ve" pero está en juego algo que no les pertenece a las monjas en cuestión sino que es de Dios.
Lo anterior proyecta hacia el futuro pues una congregación que abdica de su carisma en pro del abrazo a las modas ideológicas del momento queda también sin vocaciones (como de hecho ya sucede en muchas de las congregaciones aglutinadas por la Leadership Conference of Women Religious). Se trata, por tanto, de preservar un regalo de Dios para la Iglesia.
3. Testimonio público de la fe
Por último, dada la influencia que estas religiosas tienen en la vida de muchas más personas, la Iglesia ha querido evidenciar que ese antitestimonio no está en sintonía con la auténtica vida religiosa en la Iglesia católica, que la vida religiosa es adhesión de mente y voluntad al Magisterio milenario de la Iglesia.
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Estos tres puntos tienen como clave de lectura no un afán de corregir por corregirsino de ayudar con caridad, preocupándose por las personas implicadas y mirando al futuro de cada congregación religiosa. Desde luego que para acoger una ayuda de este tipo hace falta mucha humildad y quizá sea esto algo por lo que pueden empezar estas religiosas (que tampoco son todas, por fortuna).
Por último, a juzgar por algunas declaraciones recientes (por ejemplo de la conferencia de religiosas australianas -Catholic Religious Australia-), tal vez las monjas disidentes de Estados Unidos no sean las únicas que precisen de una intervención. Para ellas también vale aquello que dijo el cardenal-arzobispo de Viena a propósito de los curas rebeldes de su país:
«… si la desobediencia al Papa y al obispo se convierte en una cuestión de conciencia, esto significa que se ha subido otro peldaño, uno que obliga a tomar una decisión clara. Porque a la conciencia se la debe escuchar siempre, cuando se trata de una conciencia formada y autocrítica. El beato Franz Jägerstätter había decidido en completa soledad y respondiendo a la propia conciencia no servir en el ejército de Hitler, y aceptó pagar esta decisión con la vida. El beato John Henry Newman había llegado, después de años de un profundo tormento interior, a la certeza de que la iglesia anglicana se había alejado de la verdad y que la verdadera Iglesia de Jesucristo continuaba existiendo en la católica. Por esto abandonó la propia iglesia y se convirtió en católico. De esto se sigue que, quien en plena y probada conciencia y convicción, piensa que Roma ha tomado un camino equivocado, un camino que contradice gravemente la voluntad del Señor, debería tomar en el caso extremo las consecuencias extremas, es decir, no recorrer más el camino de la Iglesia romana. Espero y creo, sin embargo, que este caso extremo no se verifique».
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