Confieso que me interesa conocer las razones por las que las personas se alejan de la Iglesia, por ello traigo un estudio realizado entre 300 católicos  alejados en el Obispado de New Jersey (EEUU). Lo han realizado dos profesores universitarios de las universidades de Villanova y de St Joseph de Pensilvania, a requerimiento del Obispo David M. O’Connell, de Trenton, Nueva Jersey. 

Los resultados del estudio pueden ser leídos en este artículo publicado en el portal jesuita “America, The National Catholic Weekly”: Why they left. 

Es evidente que los estudios estadísticos sólo aportan números y proporciones y que más allá de estas cifras, lo más importante son las personas. Los números nos hacen parecer individuos registrados y no personas vivas. Por esta razón eso no voy a entrar en porcentajes y cantidades, ya que esos datos lo pueden leer en el artículo original. Permítame señalar, más bien, en el perfil de quien se aleja de la Iglesia a través de las contestaciones que las personas alejadas. Revisemos algunas de las razones que dan para el alejamiento: 

Como familia habíamos encontrado una religión alternativa; luego comprendimos que la católica es la correcta, pero que está manejada por las personas equivocadas 

Me sentí engañada y subestimada. No entendí ciertas decisiones 

Intenté acudir a otras parroquias de la zona, porque me parecía que la homilía estaba fuera de la realidad 

las homilías eran vacías, y a menudo se habla de recaudación de fondos: en particular de dinero y problemas económicos 

Ante la pregunta sobre ¿Qué les volvería a acercar a la Iglesia? respondieron frecuencia estos argumentos: 

Que se "acepte fieles divorciados vueltos a casar" 

"Estoy buscando una orientación más espiritual y un sermón más amplio" 

"Volver a un enfoque más consultivo y transparente" 

"Cambiar el sesgo político liberal-progresista a una atmósfera de trabajo más conservadora y ética" 

"Hacer las homilías más relevantes, eliminar las arengas conservadoras en extremo" 

"Proporcionar servicios de guardería y un ministerio de niños." 

Que la Iglesia "dé una apariencia cariñosa, amable 

En estas entrevistas, algunas de las personas indicaron su predisposición a volver, pero había algo que se lo impedía: 

“… quisiera participar y ampliar mi fe, pero no hay vías claras para hacerlo. Para mi la Iglesia era sólo un lugar para ir a misa y asistir a misa, porque era una obligación, con sentimiento de culpa, en el que siempre estaba solo en una multitud, donde no conocía a nadie y nadie me conocía 

"Nunca tuve la experiencia de comunidad en el sentido de que no conocía a otras personas al ir a la iglesia. Los que me conocían, yo los conocía fuera de la iglesia. No se echa de menos el hecho de dejar de ir. Nadie ha llamado desde la parroquia, a pesar de que éramos asistentes regulares y dábamos limosnas" 

No voy a reseñar las contestaciones sobre las prácticas eclesiales que estas personas rechazaban, ya que se las pueden imaginar: rechazo al aborto, al comportamiento homosexual, la pederastia, los privilegios clericales, etc. Lo mismo de siempre. También hay una sección de peticiones directas al obispo. Muestro algunas de ellas: 

"La iglesia no puede condenar a los homosexuales, sino abrazarlos como pueblo de Dios. La iglesia también debe reconocer a las mujeres como iguales" 

"Por favor, encontrar una manera de que no me nos excluya de la comunidad católica" (mujer divorciada, 56). 

"Las madres jóvenes como yo necesitamos ayuda. ¿Las mujeres, así como los hombres, para ir a la Misa, necesitamos un servicio de guardería, así como fomentar la formación de grupos de madres, las homilías deberían hablar de mí "(mujer casada, de 29 años, ahora asisten a una iglesia bautista). 

"Haga algo acerca de la confesión, promueva la confesión comunitaria" 

"Si la Iglesia Católica no cambia sus puntos de vista arcaicos sobre la mujer, que va a convertirse en una religión que sobrevive en la periferia de una mente abierta, progresista de la sociedad." 

"Yo aconsejaría al obispo que la formación para hablar en público fuese obligatorio para todo sacerdote. También deben estar entrenados sobre cómo relacionar sus homilías con la gente e inspirarnos". 

Quien desee más opiniones, datos e indicaciones pueden ir al artículo original que he indicado al iniciar esta entrada de blog. Toca ahora reflexionar sobre lo que se ha recogido en este estudio. 

Las líneas esenciales de este estudio giran entorno a tres tipos de personas: 

Personalmente comparto algunas de las peticiones de estas personas y como yo, seguro que todos tenemos una o más mejoras que nos encantarían. Todos queremos una Iglesia que nos dé todo lo que esperamos de Ella, pero esto rara vez ocurre. La Iglesia la formamos personas y casi nunca damos la talla. Esperamos mucho de los demás y olvidamos que para seguir a Cristo tenemos que negarnos a nosotros mismos y coger nuestra propia cruz (Mc 8,34). El que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo. (Mt 20,27). 

Lo cierto es que todas estas personas tienen algo en común: ven al Iglesia como algo externo que debe ofrecerse a ellos. Las personas esperan una Iglesia que se ajuste a su ideal y que además les atienda según su entendimiento y necesidades. 

Quienes seguimos dentro de la Iglesia, aunque podamos tener muchas quejas, al menos sabemos aceptamos el rostro humano de una Iglesia en continuo camino de conversión. Conversión que es individual para mayor gloria de Dios y de nuestros hermanos. Integrarse en la Iglesia conlleva conversión y desprendimiento de las propias necesidades. Esto no se explica en las catequesis con frecuencia o al menos, a mí nunca me lo dijeron. 

Seguramente estará pensando que quien somos para hacer o deshacer en nuestra parroquia. Tiene toda la razón. No se trata de ir de Llanero Solitario, sino de integrarse con humildad y empujar con otras personas en la dirección de aquello que necesitamos para nosotros. 

Como se indicaba una de las intervenciones del estudio, por desgracia es normal que carezcamos de conciencia de comunidad. Si se habla de responsabilidades, miramos al párroco, que termina por mirar al suelo porque no puede echarse más obligaciones encima. También hay párrocos que necesitan un ajuste fino de habilidades sociales y dinamización de comunidades. 

¿Necesito afecto? ¿Necesito compañía? ¿Necesito ayuda? ¿Necesito mejores pastores? Quizás cada uno de nosotros podríamos aportar algo de ayuda para que la comunidad y sus pastores mejoraran día a día. Una palabra de aliento y apoyo a su párroco podría animarle a mejorar sus homilías. Normalmente creemos que nuestros pastores son seres angélicos que no necesitan de ánimo y apoyo. Pero esto no es así. Necesitan de este apoyo igual que nosotros. 

Otro problema que se evidencia en este estudio es la deficiente formación religiosa que tenemos. Padecemos analfabetismo religioso y esto nos hace proclives a aceptar los prejuicios antieclesiales que pululan por el ambiente. Entre las respuestas que se han dado en el estudio, muchas tienen como fuente una incorrecta comprensión de la fe, la Iglesia y de la comunidad cristiana. Benedicto XVI ha incidido varias veces en este problema y en la necesidad de hacer algo. ¿Qué hacer? Principalmente ser conscientes de la necesidad de formarnos continuamente y después buscar la manera de hacerlo. 

Pero no todo es hacer. El activismo es un virus que nos corroe y nos desespera. Por si solos no podemos ir muy lejos, necesitamos de algo que va más allá de la voluntad personal: la esperanza. La esperanza nace de la Fe y de la oración. Esperanza que es confianza en que lo imposible se terminará por mover cuando el Señor lo estime adecuado. Esperanza que nos permite empujar continuamente sin desesperar y ni atosigar. 

¿Por qué las personas se alejan de la Iglesia? Porque no las acogemos ni les formamos como es debido. Porque nos falta oración y esperanza. Porque ante las necesidades de la iglesia, miramos siempre a los demás y rara vez a nosotros mismos.