La primera viene de Arizona, donde el Gobernador Jan Brewer ha firmado una ley que corta toda financiación pública a las organizaciones que realizan abortos. Como Brewer dice, se trata de algo de sentido común: no es de recibo que se paguen abortos con el dinero de los contribuyentes.
La segunda viene de Utah, donde el gobernador ha dictaminado un periodo mínimo de 72 horas de espera antes de realizar un aborto. O sea, que desde que una mujer solicita abortar en un centro hasta que lo hace es obligatorio esperar 3 días, confiando en que alguna recapacitará.
Sí, ya se que se seguirá abortando, tanto en Arizona como en Utah, pero cada pequeño frena que se ponga a la práctica del aborto es una pequeña victoria que va en el buen camino de la erradicación del aborto. Y son medidas que no serían difíciles de aplicar aquí.