Hoy vamos a dedicar la columna a un tema generalmente conocido, como es el de que los días de la semana, al igual que los meses del año, deben su denominación a los dioses del paganismo, que es como decir que a los astros del universo, los cuales, a su vez, deben también su nombre a los dioses del paganismo.
 
            Cosa tal es muy evidente en el caso del lunes, primer día de la semana, pues el lunes es “el día de la Luna”, el dies Lunae latino, lo que se ve perfectamente en la denominación italiana, lunedi, y también en las lenguas germánicas, como es el caso en el Monday inglés (de moon=luna y day=día) o en el Montag alemán (de mond=luna y tag=día). Una luna que, por cierto, es la diosa latina correspondiente a la griega Selene, cuyo nombre, a su vez, muy probablemente derive del griego seles=luz, Lunes, pues, el día de la luz, que al fin y al cabo es lo que se creó el día primero (ver Gn. 1, 5), en una tan bella como casual coincidencia entre las religiosidades pagana y veterotestamentaria (1).
 
            Martes es “el día de Marte”, el dies Marti latino, como se ve igualmente claro en italiano, martedi. Las lenguas germánicas, sin embargo, conmemoran al dios Tyr, -el dios de la guerra en la mitología nórdica, del mismo modo que Marte lo es en la romana-, lo que es bastante evidente en el Tuesday inglés, día de Tyr.
 
            Miércoles es “el día de Mercurio”, el dies Mercurii latino, lo que igualmente se ve muy claro en el mercoledi italiano. En las lenguas germánicas, el miércoles conmemora, en cambio, al dios Odín, -dando el Wednesday inglés, por ejemplo-, conocido dios que lo es de la sabiduría, por lo que no existe aquí correspondencia entre una mitología, la nórdica, y otra, la romana, pues Mercurio, el Hermes griego, es el dios romano del comercio (posible coincidencia etimológica entre mercurio y mercadería, ambos del latín merx). La coincidencia en este caso, tampoco se da en todas las lenguas germánicas, pues el Mittwoch (=miércoles) alemán significa simplemente “media semana”, “mitad de la semana” (de mitt=media y woch=semana), y no día de dios alguno.
 
            Jueves es “el día de Júpiter”, el dies Iovis latino, giovedi en italiano, ya que el dios Júpiter en latín tiene dos posibles denominaciones: una que predomina en su transcripción a las lenguas romance por lo que a su propia denominación y a la del astro que le está asociado se refiere, Iuppiter, Júpiter; y otra, Iovis, que, como vemos, predomina para su transcripción al calendario semanal. En las lenguas germánicas el jueves es el día de Thor, -dando, por ejemplo, Thursday en inglés-, otro conocido dios de la mitología nórdica, dios principal del Olimpo nórdico, como Júpiter, el Zeus griego, (con el que, de hecho, la palabra Thor podría estar etimológicamente relacionada), lo es del Olimpo clásico.
 
            Viernes es “el día de Venus”, el dies veneris latino, venerdi en italiano, palabra que está en la base de toda una familia etimológica (enfermedades venéreas, relacionadas con el sexo; género venérido, al que pertenecen moluscos como la almeja). Venus es, como se sabe, la diosa del amor, de la belleza, de la fertilidad que, en este caso, se corresponde bien con Freyja, la diosa del amor de la mitología nórdica que conmemoran las lenguas germánicas, y que da Friday en inglés o Freitag en alemán.
 
            El sábado es harina de otro costal. Originariamente debería ser “el día de Saturno”, el dies saturnii latino, cosa que es muy evidente en algunas lenguas germánicas, donde da por ejemplo el Saturday inglés (curiosamente el único día del idioma inglés dedicado a un dios latino, pues los demás, como hemos visto, se dedican a dioses provenientes de la mitología nórdica). Y hasta parece darlo en las lenguas latinas, donde el español “sábado” o el italiano “sabato” podrían sugerir cierta a relación con la palabra “Saturno”. Y sin embargo, como se sabe bien, el sábado no se corresponde con el dies Saturnii latino, sino con el Sabbat (שַׁבָּת) hebreo, proveniente del verbo “shâbath”, cesar, descansar.
 
            “Guardarás el día del sábado para santificarlo [...] No harás ningún trabajo, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu buey, ni tu asno, ni ninguna de tus bestias, ni el forastero que vive en tus ciudades” (Dt. 5, 12-14).
 
            Más difícil aún es reconocer el origen en francés, donde sábado se dice samdie, o en alemán, donde se dice Samstag, pero en ambos casos mantiene la misma relación con el Sabbat judío, aunque sea a través no propiamente del hebreo, sino más bien del bajo latín, dies sambati, “día del sábado”.
 
            El domingo no es otra cosa que el dies dominicus latino, el día del Señor, y debe su nombre a que en día tal se produjo la resurrección del Señor (“del Señor”=dominis en latín). Un día, este domingo de las lenguas latinas, que en el Nuevo Testamento, sin embargo, recibe un nombre bien diferente, como se puede leer en cualquiera de los cuatro evangelios:
 
            “Al alborear “el primer día de la semana” [el que luego será el domingo], María Magdalena y la otra María fueron a ver el sepulcro […] Un ángel del Señor bajó del cielo y […] se dirigió a las mujeres y les dijo: ‘Vosotras no temáis, pues sé que buscáis a Jesús, el Crucificado; no está aquí, ha resucitado, como lo había dicho. Venid, ved el lugar donde estaba’” (Mt. 28, 1-6).
 
            Y es que al ser el sábado el día que cierra la semana judía, aquél en el que Dios descansó al terminar la creación (ver Gn. 2, 1-3), el domingo es, sencillamente, "el primer día de la semana". Un día que, sin embargo, es referido ya como tal “día del Señor” en uno de los últimos libros de ese mismo Nuevo Testamento, el Apocalipsis (escrito en los últimos años del s. I), en el que podemos leer:
 
            “Caí en éxtasis el día del Señor [el dies Domini, el domingo]” (Ap. 1, 10).
 
            En las lenguas germánicas, sin embargo, el domingo no se corresponde con el Señor, sino con el Sol, que además de astro rey, es también la principal deidad en la religión pagana en tiempos del Emperador Aureliano, el que implantó, precisamente, el culto del Sol en el Imperio. Algo que es muy evidente en el inglés Sunday (sun=sol, day=día), o en el alemán Sonntag (sonne=sol, tag=día).
 
            No sería justo terminar este artículo sin hacer una referencia a la lengua portuguesa, altamente singular por lo que al tema que aquí tratamos se refiere, pues el portugués es el único idioma en el que hallará éxito el intento cristiano de despaganizar los días de la semana sustituyendo sus nombres paganos por otros que no hicieran referencia a los dioses imperiales. De ahí que en portugués, el lunes sea segunda feira (segundo día), el martes terça feira, el miércoles quarta feira, el jueves quinta feira, y el viernes sexta feira. El sábado es sabado, como en español y de manera similar al resto de lenguas romance. Y el domingo es domingo, una vez más como en español y al modo y manera de las demás lenguas romance. Observe el lector que el lunes es segunda feira y no prima feira, como podría haberse esperado, y es que condición tal de “primer día de la semana” le correspondería, como hemos tenido ocasión de señalar poco más arriba, no al lunes sino al domingo, día en el que tuvo lugar la resurrección de Jesús según expresan unánimemente los cuatro evangelios.
 

                (1) La luz en realidad no se crea el primer día de la creación sino el segundo. Pero es que tampoco el lunes es el primer día de la semana sino el segundo, como se aclara más adelante en el artículo y no aquí, para no complicarlo más.
 
 
            ©L.A.
           
 
 
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