He leído hace unos días en Religión en libertad: “Después de cinco años en el aire, La Noria, el magacín nocturno de Telecinco y el más representativo de la telebasura en España… ya no se emitirá el sábado, al menos por el momento por falta de anunciantes”.

Esto me ha hecho pensar que quienes con quejas, un poco inútiles e ineficaces, vemos cantidad de programas que son basura en el orden moral y también en el tratamiento que dan a cuestiones religiosas, creo que tenemos en las manos un remedio, yo diría que seguro, para evitar que haya en los medios de comunicación (también en los periódicos y radios) esa basura que está perjudicando la moral de nuestra sociedad.

O, dicho de otra manera, creo que si los católicos queremos, podríamos evitarlo ¿Cómo? Sencillamente, no comprando los productos que se anuncian en esos programas.

¿Por qué lo digo? Por lo sucedido con la supresión de un programa de Telecinco por falta de anunciantes (que es de lo que viven los medios). Si se cierra el grifo de los anuncios es posible que algunos programas se cierren por falta de recursos económicos para mantenerlos. Si Telecinco ha cerrado un programa por falta de anunciantes, ¿no se podrían cerrar otros por el mismo motivo?

Cuando en un programa o en una cadena se ve una línea muy negativa en cuestiones de doctrina o de moral básica, y que esas actuaciones se van repitiendo de manera que se ve una falta de respeto a los valores fundamentales cristianos, o de mal gusto en cuestiones de moralidad, pregunto: ¿No habría alguna institución que se preocupase de informar en qué programas o medios de comunicación se emiten, aconsejando y animando a los católicos y gente de buena voluntad a que no compren los productos que se anuncian en esos programas? Claro que antes de actuar habría que advertir a los anunciantes que se iba a dar este paso.

Por mi parte, les doy la enhorabuena a los anunciantes que han retirado su apoyo a este programa. Y si se ve que no es cuestión de sólo un programa sino de la entidad a la que pertenece, se le retira la confianza a la entidad. Estoy convencido de que si actuamos unidos, podemos. Menos quejas inútiles y más actuaciones coherentes y responsables. Cierto que no va a ser fácil, pero sí posible. Lo que no es lógico es que nos quedemos en puras lamentaciones.

Somos conscientes de que el gran problema no es éste. Están las cuestiones de falta de fe, de poca formación cristiana, del ambiente naturalista, del odio a la Iglesia, del anticlericalismo, del materialismo, del agnosticismo, de la falta de compromiso cristiano, de la aconfesionalidad… pero también es verdad que esta acción, si algún grupo se animase a llevarla a cabo sería algo positivo; o ¿es que creemos que o se soluciona todo o no se puede solucionar nada?

Un grupo de seglares bien formados y dispuestos a actuar es lo que hace falta. Si se ve que esta acción es positiva, ¿no valdría la pena iniciarla?

José Gea