Josep Gassiot en su obra “Apuntes para el estudio de la persecución religiosa en España” termina esta primera parte hablando de las Internacionales.
Las organizaciones obreras, nacionales e internacionales, que lograron imponerse a las masas proletarias estuvieron influidas por un espíritu anarquista y anticristiano.
La que primeramente tuvo acogida en España fue la Asociación Internacional de Trabajadores, A.I.T., aceptada el 17 de junio de 1870.
Es de notar que en el Congreso Internacional de La Haya, celebrado en 1872, hubo una discusión entre los respectivos partidarios de distintos criterios representados por Marx y Bakunin y los representantes españoles aceptaron el de Bakunin como más radical.
La A.I.T. fue discutida en las Cortes Españolas de 1871; Sagasta, que representaba el liberalismo individualista, la impugnó, mientras que Pi Margall fue su apologista. El 17 de enero de 1872 fue decretada su disolución; no obstante celebró reuniones en Córdoba y Zaragoza, y el 13 de febrero de 1872 consiguió aglomerar en la Plaza de Cataluña de Barcelona un contingente de manifestantes calculado en diez mil. Como sus partidarios, que se denominaban colectivistas federales, produjeron disturbios, el Gobernador Militar de Barcelona, el 9 de enero de 1874, decretó nuevamente la disolución de la A.I.T., disolución que fue ratificada por Decreto el 10 de enero de 1874. Actuó después como organización secreta, más tarde disfrutó de una tolerancia liberal; el 24 de septiembre de 1881 celebró un congreso en el Circo Barcelonés (Manuel Raventós, Els moviments social a Barcelona durant el segle XIX, capítulo VI).
La A.I.T. estuvo representada por la Confederación Nacional del Trabajo (C.N.T.) desde 1915, y al caer la Monarquía, “esta vasta y bien trabada organización, a la que pertenecían 125.000 obreros, que cotizaban por encima de las 75.000 pesetas mensuales, superaba en volumen, solidaridad y disciplina –impuesta coactivamente si era menester- a la socialista, más dispersa y floja y agrandaba enormemente la extensión de los conflictos” (Historia de la Cruzada Española, Volumen I, pág. 98).
El ideario de esta organización, era expuesto en “Solidaridad Proletaria”, el 28 de febrero de 1925, en los siguientes términos: “Nosotros propugnamos volver al sindicalismo puro… al que concibieron y nos legaron Sorel, Pelloutier, Grielbes… el sindicalismo que se levanta majestuosamente con personalidad propia e inconfundible y sonríe al anarquismo, porque, éste es su padre y al mismo tiempo su heredero.”…
En todas sus propagandas, se significó siempre por su odio a la religión, y así, por ejemplo, su órgano oficial, la “Solidaridad Obrera”, el 15 de agosto de 1936, consignaba en grandes titulares: “Abajo la Iglesia… La Iglesia ha de ser arrancada de cuajo de nuestro suelo… La Iglesia ha de desaparecer para siempre”.
Patrocinó el Sindicato Único, con el cual se enfrentó valerosamente el titulado Sindicato Libre, dando lugar a una cruenta lucha en Barcelona durante los años 1917 a 1921, que produjo 230 muertos y 618 heridos, la mayoría de ellos pertenecientes a la clase obrera (Reseñados detalladamente estos hechos por don Miguel Sastre Sarma en su notable obra “La esclavitud moderna. Martirologio Social. Relación detallada de los atentados y huelgas desde junio de 1909 hasta junio de 1921”.) Extendida su actuación en el resto de España, en 1923, durante ocho meses, produjo 700 atentados, entre ellos el asesinato del cardenal Soldevila, arzobispo de Zaragoza; pero, con el advenimiento del Directorio Militar o gobierno del General Primo de Rivera, fueron contenidas sus actividades revolucionarias.


Cardenal Juan Soldevila Romero, Arzobispo de Zaragoza, asesinado el 4 de junio de 1923.

http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/madrid/blanco.y.negro/1923/06/10/016.html
Formó parte de esta organización la Federación Anarquistas Ibérica (F.A.I.). Esta organización creada en el Congreso clandestino celebrado en Valencia en el año 1927, tuvo constantemente una actuación de extrema violencia y fue la más destacada en la persecución religiosa, durante los primeros meses de la Guerra Civil.