La Iglesia es el rebaño del Buen Pastor. Un rebaño que siempre está en peligro, pero también, un rebaño que siempre tiene atento al Buen Pastor. Actualmente la Iglesia es un rebaño complejo y diverso, que necesita a Cristo cada día más. Sin el Buen Pastor, nos separaríamos en miles de tribus enemistadas. Tenemos que ser conscientes que actualmente  somos un rebaño en el que cada oveja tiene sus deseos, prioridades y objetivos. No es sencillo conducir a este rebaño sin que grupos quieran tomar caminos propios y separarse de los demás. Pero Cristo no nos olvida y quiere todo el bien posible para nosotros. Siempre está cerca, esperando que nos volvamos a Él.

Los peligros actuales son similares a los que siempre han existido. San Juan Crisóstomo no indica cuales son estos peligros que conviene tener en cuenta 

Más arriba el Señor dio a conocer dos clases de amos malos: uno que roba, mata y saquea; otro que no impide el mal, dando a conocer en el uno a los sediciosos, y confundiendo con el otro a los maestros de los judíos, que no tenían celo alguno por las ovejas que les estaban encomendadas. (Crisóstomo, in Joanem hom 59)

Los dos peligros que Cristo nos indica, ilustran el mal que tanto daño nos hace actualmente. El primer mal que proviene de las ideologías que cargan contra la Iglesia e intentan acabar con nosotros. La política mundial ve en la Iglesia a un oponente a combatir y por eso se rechaza su presencia universal. El otro mal parte de los intereses egoístas que buscan beneficios personas. Es un mal que Cristo asimiló con la cizaña. Cizaña que es una hierba que toma el alimento del trigo gracias a que se confunde con él. En la parábola del Buen Pastor, se señala a los asalariados que salen corriendo cuando llega el lobo. Cristo dice que lo hace porque no les importa el rebaño, sino sus propios intereses. Cristo es diferente, por eso debe ser modelo de nuestra forma de actuar y vivir la fe:

Pero Cristo se distingue de unos y de otros; de los que habían venido para hacer daño, se distingue por estas palabras ( Jn 10,10): "Yo he venido para que tengan vida", y de los que desprecian las rapiñas de los lobos se diferencia diciendo, "que da su vida por sus ovejas". Y como conclusión de todo, añade ( Jn 10,11): "Yo soy el buen Pastor", pero como que ya había dicho que las ovejas oyen la voz del pastor y le siguen, para que nadie pueda preguntarle: ¿Qué dices, pues, de los que no creen en ti? Él añade: "Y conozco a mis ovejas", etc. Qué es lo mismo que San Pablo dijo por estas palabras ( Rom 11,2): "El Señor no rechazó a su pueblo, que había predestinado". (Crisóstomo, in Joanem hom 59)

Cristo busca el bien de todo el rebaño, aunque este ande dividido y separado. Cristo busca a la oveja que se pierde, porque todas son parte importante de su rebaño. Cristo se sitúa en el centro del redil, para que todas la ovejas le vean y le tengan como referencia. Cristo tiende la mano cada vez que sea necesario. Nos quiere y estima tal como somos. No invita a ser mejores, aceptando su Divina Gracia transformadora. Cuando desesperamos, simplemente se acerca a nosotros y nos lleva hacia Él, porque sin Él nada somos ni podemos.