Continúo con mi anterior post, en el que planteaba unas preguntas para que nos ayudaran a elegir una persona de entre dos para que nos juzgara.
El elemento común de aquellas preguntas me lleva a afirmar que las personas no se dividen en creyentes y no creyentes, sino entre los que creen una cosa y los que creen otra. Por ejemplo, unos creen que la verdad existe y otros creen que no existe. Llevado al extremo, tendríamos los que creen en Dios (un dios, si lo prefieren) y los que creen en lo increíble (la “nada todocreadora”). Digo yo que si todos somos creyentes (en lo que sea), entonces todos estaremos influenciados por esas creencias (las que sean), ¿no es así? ¿O es que sólo lo están algunos…?
Y puestos a creer en algo, me planteo que quizás todas las creencias no son iguales. ¿Cómo va a ser lo mismo creer que la verdad existe o creer que no existe? ¿Cómo va a ser lo mismo creer que el fin no justifica los medios o que sí los justifica? ¿Creer que hay que honrar a padre y madre o no creerlo? ¿Que no se debe mentir o que depende de lo que esté en juego? ¿En el perdón de los pecados o en que no hay perdón? ¿En que nos Juzgarán algún día o en que nadie nos pedirá cuentas? ¿En Dios o en lo increíble?
Ahora, que cada uno escoja al creyente que prefiera. Suerte con la elección. Yo me quedo con el creyente católico (que lo sea de verdad y no su caricatura). Y cuanto más, mejor.
Aramis