“Ha llegado el momento de que la Casa Real se plantee, en este caso el Jefe del Estado, que tiene que elegir entre las obligaciones y las servidumbres de las responsabilidades públicas y una abdicación que le permita disfrutar de una vida diferente”.
Lo ha dicho Tomás Gómez, secretario general del PSOE en Madrid, eterno candidato a la presidencia de la Comunidad. Ni falta ni sobra una coma.
Con la crisis que sacude al país; con cinco millones de parados en la calle; con un millón de españoles en los umbrales de la pobreza por primera vez en mucho tiempo; con la prima de riesgo en máximos históricos; con la bolsa hundiéndose; con los rumores que sacuden todo el mundo de intervenciones extranjeras y precipitadas salidas del euro; con un yerno imputado por negocios que dejan mucho que desear; con un nieto en el hospital y un pie agujereado por andar enredando con su propio padre en armas cuya manipulación está prohibida a los niños de su edad… Con todo eso… no Majestad, no… Permitidme que os lo diga desde el cariño y el respeto que profeso a la institución de la que sois titular y beneficiario, que yo soy de esos españoles -dicen que muy pocos- más monárquico que juancarlista: que no, Majestad, que no. Que no es el momento de andar ni en Babia(1), ni en las Batuecas(2), y mucho menos en Botsuana.
Pese a quien pese, Majestad, no sé si a Vos también, os mantiene en el trono la derecha sociológica española. Y la derecha sociológica española, Majestad, uno de cuyos más notorios rasgos es la paciencia, está empezando a cansarse de determinadas cosas. Que no Majestad, que no: que no están los tiempos para irse a cazar elefantes en Botsuana.
(1) Coto de caza de los reyes de León.
(2) Coto de caza de los reyes de Castilla.
P.D. Al Rey, con todo mi respeto.
El Rey ha pedido perdón en un gesto que le honra, y ha prometido que no volverá a ocurrir.
Los que nos confesamos monárquicos nos felicitamos por su gallarda reacción. Que cunda el ejemplo en un país en el que los ciudadanos no acostumbramos a oír a nuestros dirigentes reconocer sus culpas. Por cierto, en muchos casos, mucho más graves que las correspondientes a un simple viaje inoportuno.
Gracias Majestad. Por mi parte y por la de tantos españoles que le apreciamos tanto como a la institución que representa, disculpas aceptadas.
Luis Antequera
©L.A.
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