En la entrevista que le realiza el Daily Telegraph, Mons. Carey no se muerde la lengua, afirmando literalmente que en Gran Bretaña, los cristianos están siendo “vilipendiados”, tratados como “fanáticos” y discriminados por el simple hecho de expresar sus ideas. Los valores cristianos han sido “proscritos”, y se procede a levantar una verdadera barrera de entrada de los cristianos en el mercado laboral, gracias a las normas que prohíben portar cruces o expresar sus creencias en el trabajo(1).
Pero lo más llamativo de cuanto expresa Mons. Carey se produce cuando declara que los cristianos británicos están siendo perseguidos como lo fueran otrora los homosexuales, dándose la circunstancia de que quienes les persiguen, a menudo, son precisamente éstos: “con frecuencia hostigados y tramposamente incriminados por activistas homosexuales”.
Y no le falta razón al arzobispo anglicano, pues en Gran Bretaña, se produce en la actualidad una sutil persecución contra los cristianos. Una persecución a la que hemos dado amplio eco en esta columna, como por ejemplo cuando exponíamos el caso de , o el no menos sangrante e intolerable , verdadera tropelía judicial que para colmo, fue expresamente apoyada por el mismísimo premier del país, el Sr. Cameron.
Mentiríamos si dijéramos que la persecución británica de cristianos es una persecución violenta como la que se da en tantos rincones del globo. Pero no por ello es menos incruenta o dañina para los cristianos, a los que se intenta presentar como contrarios al progreso, y lo que es incluso peor, como declarados enemigos de determinados colectivos, (así el de los homosexuales, incluso el de las mujeres), predisponiendo a éstos en contra de ellos. Tanto así que haber escrito esto que estoy escribiendo en el Reino Unido me podría haber costado, muy probablemente, algo más que la desaprobación de algún lector, y hasta sanciones de tipo penal. Y es que lo que verdaderamente está en juego en el Reino Unido, bajo el disfraz de una lucha contra una desigualdad que de existir sólo existe contra el supuesto agresor, los cristianos, son la libertad de expresión y la libertad de pensamiento, algo mucho más grave de lo que decimos combatir.
(1) Todo lo cual expresa al albur del juicio que ha de comenzar este 4 de septiembre en Estrasburgo para juzgar el caso de dos trabajadores echados de su trabajo por llevar una cadena con una cruz.
©L.A.
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