“Creí, y por eso hablé” (2 Cor 4,13)

Hacia una nueva evangelización

El Papa ha colocado la cuestión en el primer puesto de la agenda de la Iglesia. Ha convocado la Asamblea General del Sínodo de los Obispos para que trate durante el mes de octubre el tema de “La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana”.  

 

En el corazón de dos papas

 


Fue el beato Juan Pablo II quien acuñó, hace ya más de treinta años, la expresión “nueva evangelización”. Acaso no vislumbró su destino cuando la pronunció por primera vez, durante una homilía en Polonia, su patria, en el año 1979. El mismo pontífice la hizo familiar para todos a lo largo y ancho de su dilatado ministerio pastoral. Especial fama cobraron sus palabras dirigidas a los obispos latinoamericanos pocos años después, cuando los exhortó a un “compromiso no de re-evangelización, pero sí de una evangelización nueva. Nueva en su ardor, en sus métodos, en su expresión”. Pero, ¿cuál era el alcance de estas palabras?, ¿a qué se refería el Santo Padre?, ¿en qué consistiría tal novedad?

 

Esas respuestas, necesariamente, habrían de madurar en el correr de los años y de la reflexión en el seno de la Iglesia, en un proceso que no sólo no ha cesado, sino que, tal vez, se encuentre en su apogeo, y que se ha instalado en el centro de las inquietudes, expectativas y esperanzas de las comunidades de toda la Iglesia. El Papa Benedicto XVI ha convocado para el mes de octubre una gran asamblea de obispos provenientes de todo el mundo, para que aborde en profundidad este tema: “La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana”. Cuatro días después de iniciado este encuentro que se desarrollará en Roma durante tres semanas, se abrirá el “Año de la fe”. La evangelización y la fe aparecen como inseparables compañeras de viaje. De la suerte de una depende la otra: “Creí, y por eso hablé”, dice el apóstol Pablo (2 Cor 4,13).

 

Los “Lineamenta” (LNE) constituyen el documento por medio del cual la Santa Sede presenta las orientaciones generales de la temática que habrá de tratarse en el Sínodo. Las preguntas que se formulan al concluir cada uno de los tres capítulos que lo conforman, procuran promover la discusión y reflexión en todos los ámbitos de la Iglesia. Se presentan aquí sólo algunas de las ideas más removedoras de este trabajo.



 

La fuerza original

 


A veces, al escuchar esta expresión, podemos pensar que la “nueva evangelización” alude primeramente a la adquisición de métodos más eficaces, o de una estrategia mejor planificada, o de la llegada del anhelado manual, o de un renovado curso pedagógico… Sin embargo, “la nueva evangelización es principalmente una tarea y un desafío espiritual”, “una tarea de cristianos que desean alcanzar la santidad” (LNE 22), “es la capacidad de hacer nuestros, en el presente, el coraje y la fuerza de los primeros cristianos, de los primeros misioneros”; “el coraje de atreverse a transitar por nuevos senderos”, “es la renovación espiritual de la vida de fe de las Iglesias locales” (LNE 5). Significa una “nueva proclamación del mensaje de Jesús, que infunde alegría y nos libera” (LNE 24), es la “respuesta adecuada a los signos de los tiempos” (LNE 23).

 

Por lo tanto, la nueva evangelización no es algo que pueda buscarse fuera de uno mismo. “Puede evangelizar sólo quien a su vez se ha dejado y se deja evangelizar, quien es capaz de dejarse renovar espiritualmente por el encuentro y por la comunión vivida con Jesucristo”. “La formación y el cuidado con que se deberá no solo sostener a los evangelizadores ya en acción, sino llamar a nuevas fuerzas, no se reducirá a una mera preparación técnica, aunque ella sea necesaria. Será sobre todo una formación espiritual, una escuela de la fe” (LNE 22).

 

“No se puede transmitir aquello en lo cual no se cree y no se vive” (LNE 12). Sólo es posible comunicar y predicar lo que se ha hecho ya comunión y palabra en el espacio de vida compartido con Jesús  (cf. Mc 3,13-14). ¿Cómo anunciar una amistad que no se experimenta? La evangelización va dejando una huella: la fecundidad. También su ausencia: la incapacidad para engendrar vida.

 

El síndrome de Emaús

 

“La palabra de los discípulos de Emaús (cf. Lc 24, 13-35) es emblemática sobre la posibilidad de un anuncio frustrado de Cristo, en cuanto incapaz de transmitir vida. Los dos de Emaús anuncian un muerto (cf. Lc 24, 21-24), comentan la propia frustración y la pérdida de esperanza. Ellos hablan de la posibilidad, para la Iglesia de todos los tiempos, de un anuncio que no da vida, pero que tiene encerrados en la muerte al Cristo anunciado, los anunciadores y los destinatarios del anuncio” (LNE 2).

 

Por este motivo, el problema acerca de la esterilidad de la evangelización, o de la incapacidad para la transmisión de la fe, no sólo no hay que buscarla primeramente en los métodos, ni tampoco en los destinatarios, sino en nosotros mismos. En realidad, “el problema de la infecundidad de la evangelización hoy, de la catequesis en los tiempos modernos, es un problema eclesiológico, que se refiere a la capacidad de la Iglesia de configurarse como real comunidad, como verdadera fraternidad…”. (LNE 2). Esto quiere decir que la evangelización es el fruto de una comunidad viva, y una comunidad viva, lo es de la evangelización.


 

¿Y el primer anuncio?


La nueva evangelización se halla ante el reto de crear espacios de encuentro con aquellos que no han oído hablar de Dios ni conocen a Jesucristo.El proceso cada vez más radical de secularización, de la progresiva desaparición del nombre de Dios en la sociedad, es uno de los mayores desafíos para el anuncio del evangelio. ¿Dónde podría escuchar hablar acerca de Dios hoy alguien que no lo conoce? Esta competencia para abrir espacios de comunicación, diálogo y proclamación de la fe corresponde al primer anuncio y a otras formas creativas que se van ensayando. “¿En qué medida el instrumento del ´primer anuncio´ es conocido y difundido en las comunidades cristianas?”, “¿cuáles son las iniciativas que han dado mejores resultados en cuanto a la apertura” de las mismas? (LNE 22), “¿puede decirse que la urgencia de un nuevo anuncio misionero se ha transformado en una componente habitual de las acciones pastorales de las comunidades?”, pregunta el documento de los Lineamenta (LNE 17); “¿y cómo van a creer en él, si no les ha sido anunciado?” (Rom 10, 14), pregunta san Pablo.

 

La iniciación cristiana viene siendo objeto también de profundas revisiones. A ella le corresponde educar, estructurar y hacer madurar esa fe inicial que ha sabido despertar el primer anuncio. “¿En qué medida la experiencia de la iniciación cristiana de los adultos ha sido asumida como modelo para repensar los caminos de iniciación a la fe en nuestras comunidades?”, “¿en qué medida las comunidades cristianas han logrado transformar el camino de educación en la fe en una cuestión adulta y dirigida sobre todo a los adultos, evitando de este modo el riesgo de colocar dicho camino exclusivamente en la edad de la infancia?” (LNE 14).


 

Abrirse al mundo

 


El proceso de secularización no sólo representa un desafío para nuestras comunidades respecto de la acción evangelizadora hacia afuera –implementar y desarrollar formas de primer anuncio-, sino también de la acción evangelizadora hacia adentro. En muchos casos, las comunidades se hayan francamente debilitadas, con sus fuerzas minadas por los efectos de la auto-secularización:

 

“En los decenios sucesivos al Concilio Vaticano II, algunos han interpretado la apertura al mundo no como una exigencia del ardor misionero del Corazón de Cristo, sino como un paso a la secularización, vislumbrando en ella algunos valores de gran densidad cristiana, como la igualdad, la libertad y la solidaridad, y mostrándose disponibles a hacer concesiones y a descubrir campos de cooperación. […] Sin darse cuenta, se ha caído en la auto-secularización de muchas comunidades eclesiales; éstas, esperando agradar a los que no venían, han visto cómo se marchaban, defraudados y desilusionados, muchos de los que estaban: nuestros contemporáneos, cuando se encuentran con nosotros, quieren ver lo que no ven en ninguna otra parte, o sea, la alegría y la esperanza que brotan del hecho de estar con el Señor resucitado”. (Benedicto XVI, discurso a los obispos del Brasil, 7 de setiembre de 2009).



 

LNE = “Lineamenta. XIII Asamblea  General Ordinaria. La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana”. El documento, destinado a preparar el sínodo de obispos, está estructurado en tres capítulos, al final de los cuales se formulan numerosas preguntas para todos aquellos lectores, grupos, parroquias, comunidades e iglesias locales que deseen profundizar, discutir la temática e intercambiar información y puntos de vista. Se puede bajar el documento de: www.vatican.va