Hace unos días invitado por los sacerdotes de Alcorcón, nos visitó el obispo de Alcalá, Mons Juan A.Reig y Plá. En el coloquio familiar que tuvimos con él, entre otras cosas nos dijo que “hoy día en España, hay que volver a la actitud pastoral de los primeros cristianos y testimoniar con valentía a Cristo muerto y resucitado, como obligado referente de salvación para todos”. Añadió prever que “las cosas no iban a ir mejor para la Iglesia en España”.
Parece que sus palabras fueron proféticas. Lo acaba de experimentar en propia persona. Ha sido objeto de linchamiento, en ciertos medios dominados por la izquierda laicista e intolerante, encabezados por el señor Pérez Reverte y algún otro personaje de los medios. Hasta se ha pedido la expulsión de su cargo y que no quedase impune y sin castigo adecuado, su homilía del Viernes Santo en la Catedral de Alcalá. Todo este revuelo mediático, por haberse atrevido a señalar,- como es su deber de pastor- en público, lo que cualquier cristiano de a pie sabe, por el catecismo de la Iglesia católica, que hay conductas no ejemplares que ejerciéndolas, ofenden a la Ley de Dios y destruyen a los transgresores. Entre los señalados –también curas de doble vida- el grupo homosexual, se sintió ofendido y ha reaccionado con el respeto, tolerancia y libertad de expresión que cabía esperar. En el colmo del dislate, ha habido quien ha proclamado que monseñor Reig no le representaba como católico. Una vez más, hay que concluir en este caso como en otros, que “la ignorancia es muy atrevida” y repetir hasta la saciedad, que la Iglesia no condena la tendencia homosexual, sino el ejercicio de la homosexualidad como conducta desviada. Mons. Reig es un pastor valiente y coherente con su cometido de pastor de la grey que Cristo y el Papa le ha encomendado.
MIGUEL RIVILLA SAN MARTIN