Sí señor, así es. Hoy lunes (ayer para Vds. que lo leen) da comienzo la Semana Santa de nuestros hermanos ortodoxos. Y la pregunta es: ¿a qué es debida esta discrepancia de fechas en la celebración de un evento sobre el que existen pocas o ninguna discrepancia entre una iglesia, la católica, y otras, las ortodoxas?
Lo primero que se ha de decir es que esto no ocurre todos los años, pero sí bastantes, aproximadamente cinco de cada seis según parece, y que este año toca, pero el año pasado, , no, y católicos y ortodoxos celebramos la Pascua en idénticas fechas.
El hecho se halla íntima (pero no únicamente) relacionado con el calendario gregoriano que entró en vigor en 1582, y que aunque hoy día rige ya en toda Europa incluídos los países ortodoxos que se adhirieron a él a principios del s. XX (Grecia, Bulgaria, Rusia), sólo lo hace en esos países a efectos civiles, y no a efectos festivo-religiosos.
Lo ocurrido en las iglesias orientales ortodoxas es muy curioso: se mantiene el 21 de marzo como la fecha del equinoccio primaveral, pero se desatiende al equinoccio astronómico, y como dicho 21 de marzo juliano se corresponde con el 4 de abril gregoriano, el equinoccio calendárico tiene lugar el 4 de abril. Ahora bien, como Vd., ávido lector de esta columna no ignora, la luna llena que marcó la Semana Santa católica se produjo el 6 de abril, por lo que dicha divergencia no debería haber tenido ninguna consecuencia en tal año como éste, pues el 6 de abril habría sido la primera luna llena tanto después del equinoccio católico-astronómico del 20 de marzo, como después del equinoccio ortodoxo-calendárico del 4 de abril.
¿Qué es lo que ha pasado? Pues ha pasado que a los efectos que aquí nos ocupan, se ha de tomar aún en consideración un segundo efecto (un nuevo error astronómico, en realidad): el desfase de 4-5 días en la fijación de la luna llena a los efectos por los ortodoxos. En otras palabras: esa luna llena “astronómica” del 6 de abril a efectos festivo-religiosos no se produjo el día 6, sino que se producirá mañana día 10 (fecha en la que astronómicamente hablando, nos hallaremos ya en menguante). Por lo que el primer domingo después de la primera luna llena después del equinoccio de primavera en las iglesias ortodoxas -por lo demás la misma regla que rige en las iglesias de adscripción romana, lo que es importante remarcar, pues constata que la discrepancia es calendárica, no litúrgica- será el del próximo 15 de abril, Domingo de Resurrección 2012 en dichas iglesias.
Por si todo esto fuera poco, resulta que el calendario juliano sólo rige en según qué iglesias orientales y en según qué fiestas. Y así, tuvimos ocasión de conocer cómo para la determinación de la Navidad, -en la que debería existir un desfase de trece días, como trece son los días de diferencia entre el calendario juliano y el gregoriano-, determinadas iglesias ortodoxas que sí utilizan el calendario juliano para determinar la Semana Santa, utilizan, sin embargo, el gregoriano para determinar la Navidad, que celebran, por así decir, “en comunión” con Roma: caso de Bulgaria, Grecia o Rumanía, no en cambio, Rusia. Lo que va a ocurrir en los países que así lo hacen será un profundo malestar, culminado con verdaderas escisiones de lo que se darán en llamar las iglesias veterocalendaristas (de vetero=viejo, y calendario), que aunque minoritarias, preferirán seguir celebrando todas las festividades religiosas, -la Navidad también-, de acuerdo con el calendario juliano.
Un poquito complicado, lo reconozco, pero como decía aquella canción archifamosa, “El jardín prohibido” del italiano Sandro Giacobbe que también y tan bien interpretó nuestro Sergio Dalma, “la vida es así, no la he inventado yo”, humilde juntaletras que se limita a explicárselo como se lo han contado, y en la manera menos complicada de hacerlo que ha encontrado. Mucho me gustaría saber que lo he logrado.
©L.A.
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