¿Acaso el que duerme no se aprestará a levantarse? He aquí que se levantó el que se había dormido; se despertó y se hizo como un pájaro solitario sobre el techo, es decir, en el cielo, donde intercede por nosotros, donde ya no muere ni la muerte tiene dominio sobre él, porque no dormirá ni le entrará el sueño a quien es nuestro guardián. He aquí que quienes pensaron haberle hecho algún daño, perdieron incluso el reino de donde no quisieron que él fuera su rey, pues fueron expulsados de allí. De esta manera se cumplía visiblemente lo que decía en el mismo salmo el que iba a dormirse: Despiértame, y les daré su merecido. Celebremos nuestra vigilia con humildad de espíritu, para esperar y estar atentos, con corazón vigilante, a la venida de aquel cuya voz despertará también de los sepulcros a todos los que duerman: Los que hicieron el bien, resucitarán para la vida; los que obraron el mal, resucitarán para la condena. El es aquel cuya exaltación, mediante el sueño de la cruz, había predicho Jacob con tanta antelación: Acostado, te levantaste; dormiste como un león; en él ha vencido el león de la tribu de Judá, palabras que también pronunció Jacob cuando bendijo a Judá. Como el león se durmió, lo contaron entre los muertos; mas, dado que venció el león, vendrá a juzgar a vivos y a muertos. (San Agustín. Sermón 223C)
El Viernes Santo es un día especial. Cristo ha muerto en la Cruz ¿Qué podemos hacer? Iniciamos la espera de Su resurrección. Espera que nos debería hacer permanecer expectantes. He aquí que quienes pensaron haberle hecho algún daño, perdieron incluso el reino de donde no quisieron que él fuera su rey. La muerte no prevalecerá, aunque su crueldad nos parezca imposible de soportar. El dolor se soporta si sabemos que no es para siempre.
Estemos expectantes, vigilantes, preparados. Celebremos nuestra vigilia con humildad de espíritu, para esperar y estar atentos, con corazón vigilante, a la venida de aquel cuya voz despertará también de los sepulcros a todos los que duerman. Mientras, velemos con desazón y sigamos el consejo de Cristo: Vigilad y orad para no entrar en tentación ¿Tentación? Sí. La tentación que nos lleva a desesperar ante lo imposible. La tentación del día a día que vivimos y nos envuelve de manera constante. Pero nuestra espera tiene sentido, por eso es Esperanza. Tras la crueldad de la muerte, esperamos que aparecerá el Sol de Justicia en un nuevo amanecer para todos. Oremos y esperemos. La muerte desaparecerá cuando despertemos con los primeros rayos de Sol.
La mente está en vela si no se duerme la fe, ni se apaga la esperanza, ni se enfría la caridad. No obstante, con fe despierta, esperanza robusta y caridad ferviente digamos en oración continua durante la duración de la noche de este mundo: No nos dejes caer en la tentación. (San Agustín. Sermón 223E)
Tras la muerte de Cristo, esperemos su resurrección llenos de Esperanza. Preparemos la Vigilia Pascual con abriendo nuestro corazón a la Esperanza.