Ahora que finalmente todo apunta hacia un gobierno de coalición Foro-PP en Asturias (y eso si en el último momento no se produce algún viraje con el voto de los inmigrantes) es un momento más, que no el mejor –el mejor habría sido hace ya un año con lo que nos habríamos ahorrado muchos disgustos y mucho dinero-, para sacar algunas lecciones de las muchas que nos ha brindado el caso asturiano a los españoles en general.
Y es que hoy, después de un año de tensiones, después de dos elecciones autonómicas, después de un presupuesto tumbado y de hallarse en la desagradable situación de no haber podido aprobar un presupuesto cuando ya llevamos un cuarto del ejercicio cumplido, los políticos asturianos parecen haberse dado cuenta ¡¡¡por fin!!! de que lo que los electores asturianos quieren es… ¡¡¡un gobierno del PP presidido por el Sr. Alvarez Cascos!!!
Lo ocurrido en la región de D. Pelayo representa un ejercicio gravísimo de irresponsabilidad del partido actualmente en el poder, (tanto a nivel nacional como, muy a su pesar por lo que parece, en el propio Principado en breve), el Partido Popular, el cual, tras un congreso nunca celebrado, dos carísimos y devastadores procesos electorales, unos presupuestos sin aprobar... ¡¡¡se va a ver todavía galardonado con el premio de gobernar en Asturias!!!
Una presencia en el Gobierno que sólo ha sido posible, fíjense Vds. lo que son las cosas, sobre la base de menoscabar la posición de los dos partidos condenados a ejercer el poder, Foro y PP, los cuales han pasado de disponer de una mayoría de 26 escaños a disponer de otra de 23, menoscabo sin el cual, paradojas de la democracia, no habría sido posible ese gobierno. ¿Por qué? Porque mientras el Foro fue el partido mayoritario, y por lo tanto “el obligado a gobernar” no existiendo una mayoría procedente de alguna coalición imposible, el PP pudo permitirse ese jueguecito de irresponsabilidad consistente en ponerle palos en las ruedas al partido en el gobierno para tumbarlo. Mientras que ahora, si Foro y PP no se ponen de acuerdo, el que está “obligado” a gobernar ya no es ninguno de los dos, sino un tercero, el PSOE, al que los populares, con su más que irresponsable actitud, han dado la oportunidad de “premiarse” con una victoria en Asturias.
Y todo esto, si se dan Vds. cuenta, por la cerrazón popular, por la cerrazón de Rajoy digámoslo como es, de no convocar un congreso en Asturias cuando hubo que convocarlo, para que se viera quien es quien en el Partido Popular asturiano y quien era el que los asturianos deseaban que los dirigiera. Esto es, nada que no se hubiera hecho antes, por ejemplo, en Baleares.
Un cero para el Sr. Rajoy, un cero zapatero –que es lo peor que se puede cosechar- para el Sr. Rajoy, a quien su aversión a la vieja guardia del partido, con la que por cierto compartió él tantos gobiernos durante ocho años, cosa que no habla bien de él, le ha jugado una mala pasada no tanto a su partido, que después de que el pueblo asturiano se haya desgañitado en decírselo al final va a gobernar en la región, como para España en general, para Asturias en particular, a quienes tanto dinero, tanto tiempo y tanto esfuerzo ha costado hacer entender al Partido Popular que lo que Asturias quería, quiere y al parecer sigue queriendo es al Partido Popular en el Gobierno y al Sr. Alvarez Cascos en su presidencia.
Se demuestra una vez más y como pocas, que la única solución para los partidos en un sistema democrático pasa por democratizarse, por escuchar a sus bases y permitirles expresarse. Algo en lo que el sistema político español apenas ha superado los tiempos del Movimiento. Y las cosas como son: en el que por más que sus logros no sean “para tirar cohetes” (reconozcámoslo como es, el proceso de primarias pesoítas es muy mejorable), la izquierda española aventaja a la derecha en varios cuerpos. Si el Sr. Rajoy tiene lo que la situación precisa, otra de las reformas a abordar sin duda. Y cuanto antes: la de los partidos políticos para que democraticen de una vez por sus procesos de elección interna. Y el primero de ellos, el propio, donde el asunto deja bastante que desear, por no decir que como todo en el caso asturiano, apesta ya un poquito.
Ahora ya están empatados: aunque nadie hay osado reclamárselo, Rubalcaba es el responsable directo de lo que le pasa a su partido en el País Vasco, donde lo ha convertido de primera-segunda fuerza electoral en, muy posiblemente, la cuarta detrás incluso de la ETA, que ya es decir. Pero en el otro lado del espectro, Rajoy lo es de lo ocurrido con el suyo en Asturias, donde de haber podido ganar las elecciones con una sobrada mayoría absoluta se ha tenido que conformar con ser el tercer partido del Principado y comparsa del primero, el Foro. Y eso si, como digo arriba, en el último minuto no se frustra la victoria foro-popular con el voto de los inmigrantes, con lo que la lección sería de digestión mucho más pesada. Si cabe.
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