No soy quien para dejar a un lado patriarcados o patronazgos de este santo por excelencia, de la Iglesia, de los seminarios, de los estudiantes, de la buena muerte,... pero ante todo, discúlpenme quien no lo sienta así, es patrono de la familia, es padre. Por eso hoy es el día del padre, no por otra cosa.
Luego vendrán las oraciones y distintas glosas, como digo, motivadas en su patronazgo, por las vocaciones sacerdotales, cosa que me parece muy bien y loable, pero qué son éstas sin el seminario o semillero previo de la familia, donde en la mayor parte de los casos esos niños y adolescentes han podido aprender de sus padres la vida, doctrina y virtudes cristianas.
No estoy, repito, en contra que se rece, y mucho, para que haya santos y buenos sacerdotes, sobre todo lo primero, y que a san José se lo pidamos, pero no está de más pedirle que haya santos y buenos padres que quieran y sepan educar a sus hijos a semejanza de este tan buen padre.
Cada uno un poco dicen que arrima el ascua a su sardina. Soy padre y por eso pido por esa, para mí básica y tan necesitada, vocación al matrimonio y a la familia sin negar ni olvidar la sacerdotal.
Recuerda que si tienes a san José presente como patrón de la Iglesia universal y de las vocaciones sacerdotales, incluso de la buena muerte, no puedes poner entre paréntesis las vocaciones a la paternidad, tanto de los que son padres como de aquellos (o aquellas) que hacen de tales en ausencia de éstos. No olvides que san José, antes que todo eso, acogió, amparó, custodió y educó a Jesús, y que es un modelo de referencia muy necesario hoy en día, que tantos padres de verdad hacen falta.