“Desde el Área de Innovación del Ayuntamiento de Sevilla se está desarrollando un sistema de información que permita la Modernización Administrativa [¿me puede explicar alguien por qué con mayúsculas?] de los servicios públicos que ofrece nuestro Ayuntamiento.
Esta modernización [ahora ya sin mayúsculas, ¿por qué antes sí y ahora no?] permitirá, por un lado, dar cumplimiento de [“a”, señora mía, “a”] los derechos reconocidos a la ciudadanía en la Ley 11/2007, de Acceso Electrónico de los Ciudadanos a los Servicios Públicos, y por otro lado, avanzar en la eficacia y eficiencia en ["de", "en" es repetitivo] la gestión interna del Ayuntamiento de Sevilla, en [¡bravo! ¡tres "en" en 14 palabras!] lo relativo a la gestión de las relaciones con los ciudadanos y ciudadanas, empresas y otras administraciones de forma electrónica, ofreciendo servicios públicos electrónicos accesibles y de calidad a la Sociedad [¿y esta mayúscula por qué?].
Todos estos avances tecnológicos y administrativos deben compaginarse con la Ley Orgánica 3/2007, para la Igualdad Efectiva de Mujeres y Hombres, la cual, en su artículo 14 apart. 11, determina como uno de los criterios generales de actuación de los Poderes Públicos, “la implantación de un lenguaje no sexista en el ámbito administrativo y su fomento en la totalidad de las relaciones sociales, culturales y artísticas”.
Asimismo, esta misma disposición legislativa, recoge en su artículo 28.4 que “en los proyectos del ámbito de las tecnologías de la información y la comunicación sufragados total o parcialmente con dinero público, se garantizará que su lenguaje y contenidos sean no sexistas” [y lo contenta que está Vd. de que lo garantice ¿verdad?].
El Sexismo Lingüístico [¡y dale con las mayúsculas!] es el uso discriminatorio del lenguaje que se hace por razón de sexo [tiene gracia, desde que los seres humanos hemos dejado de tener sexo para tener género, las palabras han dejado de tener género para tener sexo]. El sexismo no está en la lengua en sí misma [la coma, Tenienta de Alcalde, la coma] sino en los usos que hacemos de ella, los cuáles, al ser reflejo de la cultura androcéntrica [¡¡¡¿andro-quéééé?!!!] en la que vivimos, muestran que el sexo comúnmente más discriminado sea el femenino.
La [la "s" señora mía, la "s": está Vd. dando una lección de gramática, vamos a dar un poquito de ejemplo ¿no?] políticas públicas desarrolladas por el Excmo. Ayuntamiento de Sevilla han tenido como eje central el Principio de Igualdad [¡cómo se ve que son gratis (las mayúsculas)!], lo que nos está permitiendo experimentar, en las últimas décadas, una transformación social de gran magnitud de la que han sido protagonistas las andaluzas y los andaluces [¿y los andalucitos y las andalucitas por qué no?, puestos a no discriminar, no veo razón para hacerlo con los menores de edad; por cierto, y esta vez, ¿por qué no con mayúsculas?]; esto está determinando que Mujeres y Hombres [¡ah, menos mal, aquí sí!] seamos copartícipes de la vida social, económica, jurídica y política.
Llegados a este punto, es preciso reclamar de la lengua [y el idioma, ¿no?, ¿por qué LA lengua y no EL idioma?] española [y español] la flexibilidad suficiente para atender las demandas de una ciudadanía [la ciudadanía, es decir los ciudadanos, no demanda ni dice nada, la que lo dice todo es Vd., señora mía] que requiere una comunicación efectiva, pero que no sea ambigua, discriminatoria ni excluyente y donde los términos representen con justicia la realidad que designan.
Si esto no es así, de poco sirve que la comunicación responda al principio de economía lingüística [¡¡¡¿principio de quéééé?!!!], como sucede con la inercia del uso del género masculino [¿y por qué no “Género Masculino”, con mayúsculas? ¡Ah, no, que es el masculino!] para representar a ambos géneros, suprimiendo el femenino como forma de justificación de esa teoría de la economía de lenguaje [la verdad, empiezo a perderme, querida Tenienta.. o tenientesa, o Tenientesa, ¡qué sé yo!].
De este modo, se hace necesario evitar, siempre que sea posible, el masculino genérico, haciendo uso de los múltiples recursos de los que dispone nuestra lengua [y nuestrO idioma, por favor]. La mayoría no contravienen [sobra una "n", mi Tenienta, aprenda a hablar el español antes de dar lecciones a los demás de cómo hacerlo] el principio de economía de lenguaje, sino todo lo contrario, ya que se caracterizan [la "n", mi Tenienta, la "n", esa maldita "n" que nos va a matar] precisamente por su brevedad. Solo algunos son algo más dilatados [el punto, señora, ahora falta el punto. ¡Ah, y "solo", utilizado aquí como adverbio, lleva acento!]
Sin embargo, no podemos olvidar que el principio fundamental del lenguaje [y la lengua, ¿no?, incurre Vd. en lo que critica] es que la comunicación sea efectiva, por lo que, en el peor de los casos, siempre será preferible usar un término más a que el mensaje resulte equívoco y/o sexista [discúlpeme Vd. pero aquí lo único equívoco es la colección de sandeces que nos está colando Vd.; por cierto, ¿sexista... o sexisto?].
La lengua [y EL idioma, insisto], que es una construcción cultural, contribuye a transmitir (o modificar) la realidad que las personas [y personos ¿no? ¡vamos, digo yo! personas y personos] conocemos. En los mensajes escritos y hablado [la "s", señora mía, la "s"], la lengua [o idioma] no sólo es un vehículo de comunicación que transmite ideas, pensamientos, sentimientos e información [me gusta, me gusta, palabras de sexo masculino y femenino juntas, así se hace], sino que también contribuye a transmitir la ideología y las relaciones de poder de la sociedad que le es propia.
Las convenciones sociales, y el lenguaje [o lengua] también lo es, otorgan a determinados sectores sociales el privilegio de la voz y de la representación [sic, sic y requetesic], mientras que a otros los excluye de él [me perdí, esta vez sí que me perdí]. Y es responsabilidad política de este Ayuntamiento de Sevilla, como principio y en cumplimiento de las disposiciones legislativas vigentes, impulsar y acompasar los cambios sociales con los cambios lingüísticos, y lograr, gracias al carácter preformativo [¡¡¡¿el carácter preforma-quéééé?!!!] del lenguaje, que éste se convierta en el cauce sobre el ["que", señora mía, falta un “que”, que yo, ya puestos, acompañaría de un "qua"] sedimentar y legitimar la presencia de las mujeres, en condiciones de igualdad, en los espacios del poder y de la autoridad [me gusta, EL poder y LA autoridad, ahora sí, así se hace Tenientesa].
Por todo esto [o esta], en esta etapa [o momento] decisiva [decisiv@], legitimar cualquier [cualquiera] uso [o utilización] discriminatorio [discriminatori@] y excluyente [excluyento/a] de nuestra lengua [o nuestro idioma] supone dar carta [o sello] de naturaleza [o campo] a la ideología [o ideario] que lo justifica [justific@].
Es evidente [evidento/a] la necesidad y oportunidad [dos femeninos seguidos, no lo apruebo] de esta nueva herramienta [o útil] de trabajo [o tarea] y esperamos [nosotros y nosotras] que tanto responsables [y responsablas] de órganos [u oficinas] gestores [gestoros/as] de este Ayuntamiento [o casa consistorial], personal [o plantilla] técnico y administrativo [tecnic@ y administrativ@], así como cualquier [cualquiero/a] otra [otr@] persona [o persono] que opte por hacer uso [o utilización] de este instrumento [o herramienta], encontremos [nosotras y nosotros] en él [o ella] las pautas [y los parámetros] adecuadas [adecuad@s] para hacer también [tambiena] de nuestro [nuestr@] idioma [o lengua] un instrumento [o herramienta] de comunicación [o entendimiento] en igualdad [o imbecilidad].
La finalidad [o fin] de esta herramienta [o instrumento] es la de constituirse [o constituirsA] en un utensilio [herramienta otra vez] que, validado y asumido [validad@ y asumid@] por el Excmo. Ayuntamiento [o Casa Consistorial] de Sevilla [o Hispalis], incorpore y garantice [garantizo/a] un uso [o utilización] de lenguaje [o lengua] no sexista [imbécil] en todos los procesos [o pautas] de comunicación [o entendimiento] emanados [emand@s] directa o indirectamente [directo o indirectomente] de dicha entidad [¡¡¡¿de cuáááálll?!!!].
En Sevilla [Hispalis], a 23 de Noviembre [o noviembra, novihembra y novimacho. ¿Por qué demonios los meses tienen que ser masculinos? ¿eh? ¿por qué demonios? ¡Los doce además, ni uno femenino!] de 2011 [dosa mila onza].
Fdo. Dª Mª Dolores de Pablo-Blanco Oliden [¡¡¡ummmm!!! ¡¡¡dos apellidos masculinos!!! no me gusta]
Tte. [Tenienta (o Tenientesa)] de Alcalde [¿de Alcalde, de Alcalda o de Alcaldesa? Habría que discutirlo] Delegada [Delegad@] de Familia [o Clan], Asuntos [o Cuestiones] Sociales [Socialos/Socialas] y Zonas [o Espacios] de Especial [Especialo/Especiala] Actuación [o Acción].
Ayuntamiento [Casa Consistorial] de Sevilla [¡¡¡Hispalis!!!]"
Una pregunta: el Ayuntamiento de Sevilla, ¿no es uno que ahora tenía alcalde del PP?
©L.A.
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