La muerte del Hijo de Dios en la cruz fue un motivo de escándalo y fracaso para los discípulos y los Apóstoles que quedaron encerrados por miedo. Su salvador, guía y maestro había muerto como un bandido, y con ello se acababan las promesas que el mismo Señor les había hecho. Pero ellos no pudieron creer aquello que el Señor les había anunciado: su resurrección y su victoria. Tras la muerte de Cristo, para ellos todo había quedado en vacío y se quedaron en el miedo y la desconfianza. En definitiva, la desesperanza había llegado a sus vidas y eso les bloqueó por completo.
Pero Jesús quiere que su vida tenga el sentido pleno que les había venido a traer y cumple la promesa prometida. El Hijo resucita de entre los muertos y trae la victoria sobre el mal y el pecado. Y aquellos que por el miedo estaban encerrados y vivían metidos en sí mismos, salen corriendo a ver al resucitado. La resurrección del Hijo de Dios pone a la Iglesia, a los discípulos y a los Apóstoles en salida. Con ella, todo se pone en movimiento. En las apariciones del Resucitado todos se disponen para correr, para salir en carrera al encuentro de Cristo.
María la Magdalena es la primera que acude al sepulcro. Su sorpresa es que se lo encuentra vacío. Ello la dispone a salir corriendo en busca de los Apóstoles. Aquellos que tenían que corroborar la autenticidad del hecho. María ante la resurrección no se queda en sí misma sino que sale presurosa a anunciarlo a Juan y Pedro. Ellos quieren confirmar lo que ella les está contando. Salen de nuevo con prisa y a la carrera para ver lo sucedido. El acontecimiento que se les muestra les hace ponerse en salida. La promesa se había cumplido y pueden salir del miedo en el que se encontraban. Al llegar al sepulcro se encuentran que está vacío. Ven el lienzo en él que había sido envuelto su Señor y por ello creen. María hace el anuncio y sale a toda prisa al encuentro del otro. Juan y Pedro ven los signos y creen en la promesa de la resurrección que su Maestro les había hecho.
De la misma manera, las mujeres que habían permanecido a los pies de la cruz del Señor acuden al sepulcro y cuando llegan ven el sepulcro abierto y la piedra movida. Ello les hace salir de sí mismas y salen corriendo a transmitirlo a los Apóstoles. Así, Jesús las hace portadoras del mensaje de su Resurrección a los discípulos, y van presurosas a anunciarlo. Por ello, el Hijo de Dios resucitado sale al encuentro. Se les aparece y les confirma en su misión de anunciar la promesa de la resurrección. Ellas tienen miedo y no caben en la sorpresa de ver al Señor, pero con prisa salen para transmitirlo. Jesús las invita a salir del miedo, y las llena de esperanza, en el camino. Ellas van a comunicar esa alegría a los Apóstoles para decirles que acudan al lugar donde se inició su existencia con Jesús, porque allí podrán verlo. De esta forma, también el resucitado se aparece a María Magdalena que es llamada y elegida para llevar el mensaje de la resurrección a los discípulos. Jesús se le aparece en el huerto, pero ella no le reconoce. Ella estaba llorando por la desesperanza de la pérdida del Maestro pero Jesús la llama por su nombre y en ese preciso momento es capaz de reconocer a su Señor. Quiere retenerle pero el Señor la llama a ponerse en salida y como las mujeres acude rápido al encuentro de los Apóstoles para comunicarles el mensaje de salvación.
De este modo, Jesús se va haciendo presente en la vida de los que le habían seguido en su existencia terrena. Por eso, se muestra compañero de camino de dos discípulos que acudían a la aldea de Emaús llenos de tristeza y desconfianza por la muerte de su guía y pastor. Pero Jesús no les va a dejar solos. En un primer momento no le reconocen, y él les deja expresar su dolor y desanimo. Pero poco a poco el encuentro con ese que desconocen les cambia el corazón. Le invitan a quedarse con ellos. Y le pueden reconocer en la fracción del pan. Ello les pone de nuevo en salida hacia Jerusalén y de prisa van al encuentro de los Apóstoles que también les confirman la Resurrección del Señor y como este se ha aparecido a los suyos.
El Resucitado se hace presente en sus vidas. Y les llena de la paz y la alegría que deseaba encontrar su corazón, que estaba lleno de miedo. Jesús les muestra las heridas de la pasión y como su cuerpo ha quedado glorificado. Ellos pueden reconocerle. Él come con ellos, y les transmite aquel mensaje que quiere enviarnos por medio de él: la conversión y el perdón de los pecados. La resurrección les hace salir de ellos mismos para ofrecer el perdón del resucitado a sus hermanos.
El Señor se aparece a ellos en sus labores cotidianas. Ellos por la desconfianza van de nuevo a sus trabajos. Pero el Hijo de Dios viene en esos momentos. En un primer momento no le reconocen para pasar a estar seguros de que es él. Come y se muestra a ellos. Pedro sale y se lanza hacia el resucitado sabiendo que es su Maestro y Pastor.
Jesucristo envía a sus Apóstoles y les pone en movimiento para anunciar su Buena Nueva a todos. Por eso, él quiere estar cerca de ellos. Mostrar su cuerpo resucitado. Y darles su Espíritu. Les hace portadores del perdón de los pecados, y de la misericordia que el Hijo ofrece al hombre. De esta forma, se aparece a los Apóstoles y a Tomás, que le proclama su Dios y su Señor al tocar sus heridas ya transfiguradas y sanadas.
La resurrección hace que la Iglesia se ponga en carrera al anuncio del Resucitado.
Belén Sotos Rodríguez