No he descubierto un solo texto de los Evangelios donde Jesús haya hecho milagros independiente o en contra de una voluntad humana previa. Pido que alguien me corrija si anduviese equivocado. No quiero decir que a través de la voluntad humana se puedan dar milagros sin la intervención sobrenatural, sino que no se dan sin la apertura del corazón del hombre a la fe, al encuentro con Dios, que siempre es renovador y transformante.
Esta convicción, que Dios quiera contar siempre con nuestra libertad, debiera una y otra vez llenarnos de confianza. El que no nos ha creado con nuestro consentimiento quiere salvarnos con nuestra colaboración. Miento, entonces, porque el gran milagro de la vida ha sido sin el concurso de nuestro querer previo. Quizá ése sea el único caso que confirma la excepción.
El leproso del Evangelio de ayer domingo cuando dice de rodillas: "Si quieres puedes limpiarme" es un ejemplo de ésto. La circunstancia esa que recuerdas en la que conociste a tal o cual persona a través de tal o cual hecho más o menos banal, y de pronto te salió un suspiro parecido a: "Ojalá (Dios quiera) sea esta persona la que yo busco". El hecho fortuito (o no tanto) en el que viste de alguna manera, más o menos evidente, que Dios está contigo, amparándote,... Todo eso y más quizá ha solicitado a tu voluntad una confianza, un deseo e incluso hasta una oración.
Veo que hay una cadena de milagros todos encadenados y consecutivos, que Dios quiere que vivamos en Su compañía: amor, vida, fe, esperanza en la vida eterna y resurrección. Estar en Su presencia desde ya puede ser una fuente de milagros, de esas cosas que suceden en el corazón de quien vive, como María, meditando Su acción en la realidad más cotidiana en los gestos más pequeños y sencillos. Dios es porque actúa. Eso si queremos y sabemos ver bien.