Cierta conmoción mediática ha producido el cambio de imagen de la ex vicepresidenta del gobierno socialista, MªTeresa Fdez de la Vega, al aparecer rejuvenecida en su viejo rostro rugoso y ajado, con una nueva faz de aspecto joven. Ha habido quien creyó era una hermana suya. Deseo natural de los mortales ha sido siempre el hallar la fuente de la eterna juventud. La ley del deterioro físico es universal e imparable. Nada ni nadie puede parar el declive corporal, pese al maquillaje que se les aplica a los muertos.

¡Cuántos gastos, tiempo y preocupaciones las de algunos, por dar una imagen retro de sí mismos¡. Nada que objetar. Simplemente digo, que como cristiano, imbuido ante todo por la Palabra de Dios, no comparto tal preocupación. Priorizo, eso sí, mantener mi alma joven, limpia de las manchas del pecado, de las arrugas del egoísmo, vanidad y vicios del hombre “viejo”. Ya sé que apenas nadie valora el interior y se fijan sólo en la fachada y en apariencias. El juicio humano me tiene, más bien, sin cuidado. Lo que es de verdad importante para mí, como para otros muchos, es el juicio de Dios, que se fija y valora lo que hay dentro del corazón de cada hombre. No es una falacia defender que la belleza auténtica reside en el interior de las personas.

MIGUEL RIVILLA SAN MARTIN