Se ha embarcado el actual inquilino de la Casa Blanca en una batalla que puede representar el final de sus días en la citada vivienda. El llamado Obamacare, su plan de seguridad social sanitaria, presentado por la secretaria del Departamento de Salud y Servicios Humanos, Kathleen Sebelius el pasado 20 de enero, está concitando contra él demasiadas voluntades a causa de su empeño en imponer a la Iglesia Católica (y a otras profesiones religiosas también, pero principalmente a la Iglesia Católica), en una nueva manifestación de sutil persecución religiosa, el pago y la aplicación de métodos de planificación familiar, y concretamente de prácticas abortivas, contrarios a sus convicciones religiosas y morales.
La primera en rebelarse ha sido la Iglesia Católica, muy notoriamente a través de sus máximas autoridades, como aquel obispo de Pittsburg que llegó a afirmar que Obama “mandaba a la mierda” a los católicos, de indiscutible impacto mediático. A los obispos católicos comparecientes en tromba, se unieron después sesenta y cinco obispos ortodoxos, y ahora hasta cuarenta asociaciones religiosas norteamericanas importantísimas, entre las cuales las Asambleas de Dios (pentecostales), la Asociación Nacional de Evangélicos, la Convención Baptista del Sur, la importante asociación interconfesional Focus on the Family, la Asociación Evangélica Hispana, la Iglesia Wesleyana, la Evangelicals for Social Action, gran cantidad de universidades baptistas, evangélicas, menonitas y protestantes en general, y diversos apostolados sociales protestantes, así como dos entidades judías: la Unión de Congregaciones Judías Ortodoxas de América y la asociación Agudath Israel of America.
Lo más curioso del tema es que lo que une a tal cantidad de firmantes no es en modo alguno las objeciones morales que pueden representar determinadas fórmulas de planificación familiar. Con toda claridad lo dice el escrito presentado por las cuarenta asociaciones:
“No todos los firmantes compartimos las mismas convicciones sobre la aceptabilidad moral de esos servicios obligatorios”.
Lo que les une a todos de manera inequívoca es la preocupación de que el Gobierno Obama pueda imponer una moral estatal única incompatible con la sacrosanta libertad religiosa que impera en los Estados Unidos. Y así lo expresan todos los firmantes de manera inequívoca:
“Le escribimos específicamente como organizaciones y líderes que no forman parte de la comunidad católica. No escribimos en oposición a los líderes y organizaciones católicas; más bien, escribimos en solidaridad con ellos, pero de forma separada, para recalcar que las organizaciones y líderes religiosos de otras fes también estamos profundamente preocupados y opuestos a la normativa y las estrechas exenciones […] Creemos que el gobierno federal está obligado por la Primera Enmienda a acomodar las convicciones religiosas de organizaciones basadas en la fe de todo tipo, católicas y no católicas”.
Que el debate sobre la vida que parece haber puesto sobre la mesa la Administración Obama se está deslizando peligrosamente para los intereses del inquilino de la Casa Blanca hacia un debate sobre la libertad religiosa, lo demuestra también, a más a más, la encuesta Rasmussen Reports divulgada el 8 de febrero, según la cual, un 61% de los norteamericanos no cree que el gobierno deba exigir a las instituciones católicas pagar este tipo de seguros, un porcentaje que es incluso superior entre los norteamericanos en general que entre los católicos norteamericanos en particular, entre los cuales, “sólo” un 52% se opone a la imposición del Obamacare.
Aplicando un poco de matemáticas, dado que sólo el 23% de la población estadounidense es católica y que entre los católicos apenas un 52% se opone a la imposición del Obamacare, eso quiere decir que del 61% de los norteamericanos que se oponen a que la Iglesia Católica esté obligada a realizar algo que va en contra de sus más profundas convicciones, un 12% son católicos… ¡¡¡y un 49% no lo son!!! ¡¡¡Un 49% de norteamericanos que no son católicos, prácticamente uno de cada dos norteamericanos no católicos, no ve con buenos ojos que a los católicos se le imponga algo que no es acorde al cuerpo moral de sus creencias!!! Aleccionador, verdaderamente aleccionador.
Si se conoce la historia de los Estados Unidos, el dato es menos extraño. Estados Unidos es un gran país montado sobre un acuerdo básico de primera magnitud: el inalienable respeto a la sacrosanta libertad religiosa, y la mutua legitimación de las muchas y diferentes confesiones religiosas existentes en el país en un verdadero ejemplo de convivencia interreligiosa digna de admiración.
Lo que Obama ha puesto en juego con lo que se da en llamar el Obamacare, es, con no ser poco, algo más que una nueva vuelta de tuerca en la desprotección del derecho a la vida, irritando a ese 51% de norteamericanos que se definen como “más bien pro-vida”, y más aún a ese 23% que se considera “inequívocamente pro-vida”. Es la puesta en debate de la para todo norteamericano “sacrosanta libertad religiosa”. Y muy posiblemente, el que pierda el debate sea él.
©L.A.
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