La comunidad cristiana crecía en Jerusalén. El crecimiento creó algunos problemas. La realidad divina se encontraba en personas humanas frágiles.
Además de los judíos convertidos llegaban también griegos procedentes de otras naciones. Con otra cultura y con otra raíz religiosa. La cizaña de la murmuración comenzó a funcionar. Los discípulos inician un proceso de discernimiento que termina en la creación de los diáconos en la Iglesia. “Los Apóstoles son cada vez más conscientes de que su vocación principal es la oración y la predicación de la Palabra de Dios: rezar y anunciar el Evangelio; y resuelven la cuestión estableciendo un núcleo de <>, que, después de recibir la imposición de manos, se ocuparán del servicio de los comedores. Se trata de diáconos que ha sido creados para esto, para el servicio. El diácono en la Iglesia no es un sacerdote de segunda categoría, son otra cosa; no está para el altar, sino para el servicio. Es el custodio del servicio en la Iglesia. Cuando a un diácono le gusta demasiado subir al altar, se equivoca. Ese no es su camino. Esta armonía entre el servicio a la Palabra y el servicio a la caridad representa la levadura que hace crecer el cuerpo eclesial”.
Hoynoticia evangélica. Sus adversarios, al no poder contestarla, acuden al Sanedrín y al falso testimonio: “Llevado al Sanedrín y acusado por falsos testigos, lo mismo hicieron con Jesús y harán con todos los mártires mediante falsos testimonios y calumnias, Esteban proclama una relectura de la historia sagrada centrada en Cristo para defenderse. Y la Pascua de Jesús muerto y resucitado es la clave de toda la historia de la alianza. Ante esta superabundancia de dones divinos, Esteban, valerosamente, denuncia la hipocresía con que fueron tratados los profetas y el mismo Cristo. Y les recuerda la historia diciendo: ¿A qué profeta no persiguieron vuestros padres? Ellos mataron a los que anunciaban la venida del Justo; de aquel a quien vosotros, ahora, habéis traicionado y asesinado? No habla con rodeos, sino que habla claro, dice la verdad”.
Esteban es condenado a muerte: “Él, sin embargo, manifiesta la verdadera del discípulo de Cristo. No busca coartadas, no apela a personalidades que puedan salarlo, sino que vuelve a poner su ida en manos del Señor y en ese momento la oración de Esteban es maravillosa: <<Señor Jesús, recibe mi espíritu>> y muere como hijo de Dios perdonando: <<Señor, no les tengas este pecado>>”.
Hoy estamos también en era de mártires: “Hoy hay más mártires que al principio de la ida de la Iglesia y los mártires están por doquier. La Iglesia es rica en mártires, está irrigada por su sangre que es<> y asegura el crecimiento y la fecundidad del pueblo de Dios. Los mártires no son , sino hombres y mujeres de carne y hueso que- como dice el Apocalipsis- <>. Ellos son los verdaderos vencedores”.