La homilía, como no podía ser de otra forma, se centró en la vida consagrada y su testimonio de autenticidad dentro de la sociedad actual.
Su Santidad explico que la Vida Consagrada “Quiere responder antes que nada a la exigencia de alabar y agradecer al Señor por el don de éste estado de vida, que pertenece a la santidad de la Iglesia. A cada persona consagrada hoy está dedicada la oración de la entera Comunidad, que rinde gracias a Dios Padre, dador de cada bien, por el don de esta vocación, y con fe nuevamente lo invoca. Además, en esta ocasión se quiere valorizar siempre más el testimonio de aquellos que han elegido de seguir a Cristo mediante la práctica de los consejos evangélicos con el promover la conciencia y la estima de la vida consagrada al interno del Pueblo de Dios”
Creo que todos somos conscientes que no es fácil vivir para la comunidad y al mismo tiempo, vivir en la sociedad actual. Los religiosos viven esta dicotomía apoyándose en los consejos evangélicos ¿Qué son estos consejos? Los consejos evangélicos son una manera de referirnos a los tres votos de la vida consagrada: pobreza, obediencia y castidad. Estos consejos son realmente virtudes que llevan al consagrado a imitar la vida de Jesucristo. Por ello el Santo Padre les indica:
“Los consejos evangélicos, aceptados como auténtica regla de vida, refuerzan la fe, la esperanza y la caridad, que unen con Dios. Esta profunda cercanía al Señor, que debe ser el elemento prioritario y característico de su existencia, los llevará a una renovada adhesión a Él y tendrá un influjo positivo sobre su particular presencia y forma de apostolado dentro del Pueblo de Dios, mediante la aportación de sus carismas, en la fidelidad al Magisterio, con la finalidad de ser testigos de la fe y de la gracia, testigos creíbles para la Iglesia y para el mundo de hoy”
Es de todos sabido que la vida consagrada no está libre de la deriva que la Iglesia vive en la actualidad. A veces tienden a ir por libre y a dejar en segundo plano aspectos importantes de nuestra Fe. Los mismos consejos evangélicos se llegan a poner en duda o se identifican como innecesarios. Esto crea problemas y propicia que la sociedad mire a la Iglesia con escepticismo. No es lo mismo predicar que dar pan y el pan es el testimonio vital que sirve de alimento al religioso y a quien nos observa. Este problema no es propio de la vida consagrada, sino que afecta a toda la Iglesia. Muchos cristianos se sienten maduros para crear magisterios alternativos y enfrentarse a la Iglesia desde una modernidad contestataria y rebelde. Dicen ser cristianos adultos y sólo evidencian los síntomas de la eterna adolescencia que impregna nuestra sociedad.
Tal vez el Papa, al hablar de ser testigos creíbles, les quiere señalar la necesidad de madurar la Fe antes de ser testigos de la Fe y la Gracia de Dios. Sin duda la crisis de vocaciones produce que muchas órdenes tradicionales vean sus filas cada vez más mermadas.
Pero no hemos de caer en el desanimo. Sinceramente, veo con grandes esperanzas que muchos religiosos jóvenes no sienten miedo a vestir sus hábitos. Tampoco intentan recrear la Liturgia para adaptarla a la comunidad, sino que intentan formar a la comunidad para que se adapte a la Liturgia. Se integran en las dinámicas diocesanas con mucha naturalidad y no se sienten aislados por sus carismas particulares. Los carismas están para compartirlos con todo el pueblo de Dios.
Por ello Benedicto XVI les recordó que “En el Año de la fe ustedes, que han recibido la llamada a seguir a Cristo más de cerca mediante la profesión de los consejos evangélicos, están invitados a profundizar todavía más la relación con Dios. Los consejos evangélicos, aceptados como auténtica regla de vida, refuerzan la fe, la esperanza y la caridad, que unen con Dios.”
Tenemos que orar por tantas personas consagradas ya que su vida de oración y recogimiento se desborda en ayuda de todos. Oremos para que se llene su alma de Fe y la Gracia de Dios les haga testigos creíbles. Les necesitamos.