Se trata de Mons. Giacomo Su Zhimin, obispo de Baoding, de 80 años de edad, de los cuales 40 en prisión, y de Mons. Cosma Shi Enxiang, obispo de Yixian, de 90 años de edad, de los cuales 51 en prisión.
Según informa Bernardo Cervellera en la publicación Asia News, poco o nada es lo que se sabe de estos dos prelados, por supuesto nada sobre la causa de su arresto, el Gobierno no da la menor pista sobre su paradero y hasta responde no saber nada cuando es requerido sobre la cuestión. Por no ser, ni siquiera es descartable que alguno de ellos, o los dos, hayan sido sometidos a tortura para obtener información, para conseguir su sumisión a las autoridades comunistas o incluso para lograr, en el mejor de los casos, una declaración de apostasía. Y esos si no han sido asesinados, como de hecho ha ocurrido ya en China con otros obispos como Mons. Giuseppe Fan Xueyan en 1992, Mons. Giovanni Gao Kexian en el 2006 o Mons. Giovanni Han Dingxiang en el 2007.
La de Mons. Zhimin y la de Mons. Shi Enxiang es la triste realidad con la que conviven a diario todos los miembros de una de las comunidades cristianas más importantes del mundo, que bien podría ascender a los 110 millones de fieles. Y eso, aun cuando, en su lugar de origen, no pase de ser una comunidad minoritaria nunca superior al 8% de la población, que tal es lo que es capaz de dar de sí un gigante demográfico como la China, con una población que supera los 1.300 millones de personas.
©L.A.
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