Cuando uno se acerca a los místicos, da igual la época que sea, se encuentra de lleno con la Pasión de Cristo. No se puede entrar en la unión con Cristo si no se conoce, medita y si llega el caso, por pura gracia de Dios, se viven en primera persona los últimos momentos de la vida de Nuestro Señor Jesucristo verdadero Dios y verdadero hombre. Algunos místicos han tenido la dicha de vivir la unión esponsal con Cristo hasta llegar a recibir una de las numerosas gracias místicas que uno va conociendo al recorrer las vidas de los santos, ¡los estigmas! ¡las llagas de la Pasión! ¡las fuentes de gracia! La Pasión de Cristo está repleta de heridas, llagas, punzadas,… golpes inhumanos sobre su Cuerpo. Leer la vida de San Francisco de Asís, Santa Catalina de Siena, Santa Rita de Casia, Santa Gema Galgani,… y más cercanos en nuestros días, el mismo San Pío de Pietrelcina. Éstos y muchos más a lo largo de la historia han sufrido en sus cuerpos las mismas heridas que Cristo en la Cruz. Los clavos y la lanzada en el costado la tenían en sus cuerpos. Su carne se abría y sangraba en los mismos lugares en los que el Rey de reyes se deja clavar en la Cruz y rematar con una lanza. Algo que deja anonadado cuando se es consciente de lo que eso supone. Pasión. Amor. Cuerpo. Sangre. Heridas. Llagas…
Son hechos históricos que no pueden negarse, pero en no pocas ocasiones, estas almas escogidas por Dios para unirse místicamente a Él, por dejarse abrasar en su amor, han sido despreciadas, maltratadas, injuriadas, rechazadas, criminalizadas,… y hasta desterradas. ¿Y en qué se diferencian de su Esposo? ¿Cómo acaba sus días el que muere clavado en una cruz? ¿Se puede ocultar la verdad?
Como decía Santa Teresa a una de sus monjas más queridas, María de San José, durante una persecución contra ella por ser fiel al ideal que había recibido de su Madre Fundadora, recibe su apoyo incondicional con una frase lapidaria: “La verdad padece, mas no perece”. Esto mismo podemos decir de la vida, obra y llagas de Sor Patrocinio. Esta monja concepcionista franciscana que vive de lleno la persecución religiosa del gobierno de España en el siglo XIX, también recibe las llagas de Cristo en su Pasión. Hasta hace poco, muchos todavía mantenían que era todo una farsa de una monja. Pero la historia, el tiempo y la divina providencia al final muestran la verdad, la sacan a la luz y la dejan a la vista de todos, tanto para los que creen como para los que no creen.
Esto es lo que ha ocurrido al inicio del año, cuando un historiador que lleva más de 30 años estudiando la biografía de Sor Patrocinio, se encuentra por pura providencia con una serie de reliquias únicas que recogen de manera viva la sangre que Sor Patrocinio deja en paños, mitones, tocas, pañuelos, cintas,… al sangrar las llagas que sufre en pies, manos, costado, cabeza, espalda… es decir, todo su cuerpo era una pura llaga. Estas reliquias estaban en el monasterio fundado por ella en San Sebastián. Una visita de archivo da paso a un descubrimiento de tal calibre que hace vida esa frase de Santa Teresa que hace poco hemos recordado. ¡Casi 200 años de persecución, mentiras, difamaciones,… sobre esta monja mística que desde su juventud está tocada por el amor de Dios y de su Madre la Virgen Inmaculada! Javier Paredes, al visitar este archivo, se encuentra una caja con estas preciadas reliquias que la abadesa del monasterio le cede para su fiel custodia mientras se espera el día en que, si Dios quiere, Sor Patrocinio sea beatificada, y dichas reliquias sean repartidas entre las hijas de esta gran mujer para veneración de los fieles.
Todo esto, es decir, la historia de las llagas de Sor Patrocinio, sus perseguidores, sus defensores, los estudios médicos, los diversos documentos relacionados con el proceso de sus llagas, y cualquier detalle que tenga que ver con estas llagas, queda recogido en el magnífico libro que acaba de dar vida Javier Paredes. La joya final es el catálogo de todas las reliquias, fotos de cada reliquia a toda página y a color en un papel y diseño de mucha calidad. El libro merece la pena leerlo. Y más aún disfrutarlo al pasar hoja a hoja para ver esas preciadas reliquias que dejan ver muy a las claras que Sor Patrocinio estaba totalmente puesta en las manos de Dios. Su cabeza, sus manos y pies y su espalda eran fuente de llagas donde se manifestaba en vida el amor de Dios por una criatura escogida para una gran obra: dar vida a la Orden de la Inmaculada Concepción en unos tiempos donde todo iba en contra de Dios, de la Iglesia y de los que consagraban su vida a ser fieles discípulos de Jesucristo pobre, casto y obediente.
Ahora solo nos queda descubrir entre las páginas de este libro, Las llagas de la Sor Patrocinio, publicado por la editorial San Román, que todo es verdad, y que la verdad siempre vence, como vence, reina e impera el mismo Cristo en la Cruz la tarde del Viernes Santo en el Calvario, y hoy mismo también, cuando el Cuerpo de Cristo sale en deseada procesión por las calles y plazas de nuestros pueblos y ciudades en la gran solemnidad del Corpus Cristi. ¡Es Cristo! ¡Es Dios! Es el mismo que muere por salvarnos y el que deja impresas sus llagas en Sor Patrocinio. Es así, no se puede negar. Sor Patrocinio vive enamorada de Cristo. Éste le regala recibir esas llagas de la Pasión para unirse a Él en este mundo y darlo todo. Es algo que sobrecoge el alma cuando uno se acerca a unas llagas que nos hacen poner la mirada en lo más grande que puede contemplar un hijo de Dios, la Sangre del Cuerpo de Cristo.