interior lo busca también fuera”
Etty Hillesum
Basta ver el rostro de Etty para notar su inteligencia. Su diario, sus cartas expresan en palabras sublimes lo que ese rostro de mujer provoca en quien lo contempla. Es como si nos invitara con desparpajo y naturalidad femenina a entablar un diálogo de horas, sobre el dolor y el placer, el sexo y la felicidad, Dios y el hombre. Sus ojos, grandes y resueltos, miran a la cámara esperando una respuesta; al descansar su cara en su mano derecha, Etty sabe que la respuesta puede llegar, pero lenta, pues el desafío es grande: con Etty no hay medias tintas. Esta mujer judía, holandesa, enamorada de la literatura y la gramática rusa –traductora de sus mejores escritores del XIX y encandilada por la obra de Rilke- es uno de los testimonios más extraordinarios que conozco de verdad, bondad y belleza de un ser humano. Por supuesto, el poder diabólico del nazismo la aniquiló, pero se da por descontado: así debía ser y así sucedió.
Volvamos a la foto quizá más conocida de ella. En la mano en la que apoya su rostro pende un pitillo. He de reconocer que me encanta que Etty fume. Fuma con desenvoltura; parece que no hace ascos a los placeres de la vida. No es mujer de remilgos. Es mujer –lo siento y lo compruebo en sus maravillosas letras- de búsqueda íntegra, sin cortapisas, que disfruta del mundo, pero que sabe que la vida es un fascinante misterio que la va a arrastrar hacia Dios sabe dónde…
La foto de esta mujer profundamente femenina, esencialmente humana la puede contemplar el lector en la portada del libro Escritos esenciales en la editorial Sal Terrae. Consiste este volumen en el diario que esta joven de veintinueve años escribió en 1941 y 1942. Al año siguiente moriría.
Si alguien duda de que Dios existe, que lea los diarios de Etty. Si alguien duda de la bondad del corazón humano, que lea a Etty. Si alguien piensa que Dios ignora a quien lo busca, ahí está Etty. Si alguien está convencido de que el mal tiene la última palabra, Etty lo desmiente.
El corazón de esta joven judía se abre de par en par ante el misterio del amor, la constancia de la decrepitud moral del ser humano y, finalmente, ante una segura muerte. Lo hace asombrada por la bondad y la belleza que encuentra en su interior, pero también por el amor desprendido de Dios en su creación. La brutalidad nazi no la vence. En el campo de concentración era conocida por su actitud de oración y recogimiento –la llamaban “el corazón pensante de los barracones”.
No me resisto a reproducir algunas frases de su diario elegidas casi al azar. Un ramillete de flores frescas, llenas de vida. Ahí van.
1. “[Refiriéndose a Dios] Pero hay una cosa que cada vez tengo más clara: que tú no puedes ayudarnos, que nosotros te ayudamos para que nos ayudes a nosotros mismos. Y todo lo que podemos hacer en estos días, y lo que realmente importa es proteger ese poco de ti, oh Dios, en nosotros. Y posiblemente también en otros. […] No puedes ayudarnos, pero debemos ayudarte y defender tu morada en nuestro interior hasta el final. Es verdad que hay quienes, incluso en esta última etapa, están poniendo a salvo sus aspiradoras y sus tenedores y sus cucharas de plata, en lugar de salvarte a ti Dios amado.”.
2. “Las únicas palabras que deseo escribir son las que están naturalmente entretejidas con un gran silencio, no las que sirven meramente para ahogar el silencio y perturbarlo. Las palabras deberían servir, simplemente, para acentuar el silencio. […] Se trata de describir e inspirar el silencio y la calma. Lo importante es la correcta relación entre las palabras y la ausencia de las mismas, una ausencia en la que acontecen muchas más cosas que en todas las palabras que pueda uno ensartar.”
3. “Sí, la vida es bella, y la aprecio de nuevo al final de cada día, aunque sé que los hijos de las madres están siendo asesinados en los campos de concentración. Y debes ser capaz de soportar tu dolor, aunque parezca triturarte, serás capaz de ponerte en pie de nuevo, pues los seres humanos son realmente muy fuertes, y su pesar debe llegar a formar parte integrante de ti misma, parte de tu cuerpo y de tu alma. No debes huir de él, sino soportarlo como adulta. No alivies tu sentimiento con odio, no busques vengarte de todas las madres alemanas, pues ellas también lloran en este mismo instante a sus hijos asesinados y matados. Concede a tu pesar todo el espacio y cobijo en ti que merece, pues si todos soportan su dolor honesta y valientemente, el dolor que ahora llena el mundo disminuirá. Pero si no creas un refugio decente para tu dolor y, en su lugar, reservas la mayor parte del espacio dentro de ti para el odio y sus pensamientos de venganza, entonces el dolor nunca cesará en este mundo y se multiplicará. Y si has dado al dolor el espacio que su tierno origen exige, entonces puedes decir verdaderamente: la vida es muy bella y muy fértil. Tan bella y tan fértil que te hace desear creer en Dios”.
4. “…estoy dispuesta a dar testimonio hasta la muerte, en cualquier situación, de que la vida es bella y tiene sentido, y que no es de Dios la culpa de que las cosas sean como son, sino de nosotros mismos.”
5. “El único gesto decente que nos queda en estos tiempos: arrodillarse ante Ti”.
6. “No hay ningún poeta oculto en mí, tan solo un pequeño pedazo de Dios que puede convertirse en poesía.”
Estoy seguro de que si hubiera conocido a Etty, hubiéramos sido grandes amigos. Cuando nos encontremos en el Cielo nos daremos un gran abrazo y pasaremos toda la eternidad charlando de nuestras cosas…
Un saludo