Año del Señor 2018
17 de noviembre 
 
Hola, buenos días, hoy Matilde nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.                              
 
“¡QUÉ GOZOSO VIVIR LOS HERMANOS UNIDOS!”
 
Estábamos, a las 8 de la mañana, la Comunidad en la capilla, esperando a que entrara Fernando (uno de los sacerdotes que nos celebran la misa), cuando apareció la Madre Priora por la puerta y nos dijo: 
 
-Acaba de fallecer, de repente, el hermano de Fernando, el que era jesuita. Se lo ha comunicado el superior de la casa ahora mismo. 
 
Todas nos quedamos sobrecogidas porque, ante noticias tan fuertes, nadie está preparado… 
 
¿Qué podía hacer mejor Fernando, en estos momentos, que ofrecer el Sacrificio de la Misa por su hermano? Y apareció con el rostro muy compungido, conteniendo las lágrimas que querían salir de su corazón dolorido…
 
La misa, como comprenderéis, fue un duelo, con Jesús en medio que nos decía: “Yo soy la Resurrección y la Vida, el que creen en mí, aunque haya muerto vivirá… no morirá para siempre”. Fernando lloraba, entre silencios, y sollozos, y los textos de la misa… Y muchas llorábamos al unísono con él, en unión de sentimientos.
 
Y, en medio de la perplejidad y el sufrimiento, había una corriente de amor y comunión de Vida, que producía, en la capilla, una gran paz. Fernando decía entre suspiros: 
 
-Pero tengo paz, él estaba preparado para el encuentro con Jesús...
 
Cuando terminó la misa, todas salimos de la capilla y le dimos un beso y un abrazo que él recibía con mucha gratitud, porque notaba que había acogida y mucho cariño.
 
Entonces me acordé de la Palabra de Dios que dice: “En verdad os digo, que no hay nadie que habiendo dejado casa, o hermanos, o hermanas… por amor de mí y del Evangelio, no reciba el céntuplo, ahora en este tiempo, en casa, hermanos o hermanas… y la vida eterna en el siglo venidero” (Mc 10, 28-31).
 
¡Esto se cumplía exactamente en lo que estábamos viviendo! Jesús no quiso que su elegido viviera esta pérdida solo, sino que puso a su alrededor hermanas que lo acompañaban, comprendían y querían y, sobre todo, hermanas en la fe, en Cristo Jesús, para quien la muerte no es más que un sueño, un paso obligado para entrar en el amor del Padre y gozarse en Sus brazos, pues Jesucristo y sólo Él, por su Muerte y Resurrección, nos ha merecido la Gloria de Dios eternamente.
 
Todas dimos gracias a Dios, y os invitamos a hacer lo mismo con nosotras, por el hermano de Fernando…
 
Hoy el reto del amor es que busques a tu alrededor alguien que necesite que llores con él o que te alegres con su alegría...
 
VIVE DE CRISTO
 
 
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¡Feliz día!
 
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