Este recién estrenado 2012 es un año especial. Estamos a mitad de camino entre el año de la Nueva Evangelización el año de la Fe. Lo cierto es que la secuencia de resulta especialmente interesante, ya que Fe y Evangelización van unidas de la mano. Quizás podamos pensar que lo lógico sería empezar por la Fe y terminar por la Evangelización, pero la Fe se nos supone, mientras que la Evangelización es una asignatura pendiente. 

El día 6 de Enero, la Congregación para la Doctrina de la Fe, por encargo del Santo Padre Benedicto XVI, publicó una serie de indicaciones pastorales enfocadas a los diferentes ámbitos de la vida eclesial: Iglesia universal, Conferencias Episcopales, Diócesis y Parroquias, Comunidades, Asociaciones y Movimientos. 

Permítame reseñar alguna cuestión interesante del citado documento: 

El Año de la fe desea contribuir a una renovada conversión al Señor Jesús y al redescubrimiento de la fe, de modo que todos los miembros de la Iglesia sean para el mundo actual testigos gozosos y convincentes del Señor resucitado, capaces de señalar la “puerta de la fe” a tantos que están en búsqueda de la verdad. Esta “puerta” abre los ojos del hombre para ver a Jesucristo presente entre nosotros «todos los días hasta el fin del mundo» (Mt 28, 20). Él nos enseña cómo «el arte del vivir» se aprende «en una relación intensa con él» 

Se nos conmina a renovar la conversión a Cristo y redescubrir en esta conversión, la Fe que es cimiento de nuestra vida. Es importante que todos seamos testigos gozosos y convincentes del Señor resucitado, capaces de señalar la “puerta de la fe” a tantos que están en búsqueda de la verdad. 

Dentro del documento aparecen muchas recomendaciones e indicaciones. Todas las indicaciones que se ofrecen en el documento son interesantes, pero quisiera reseñar unas pocas de ellas: 

En el Año de la fe hay que alentar las peregrinaciones de los fieles a la Sede de Pedro, para profesar la fe en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, uniéndose a aquél que hoy está llamado a confirmar en la fe a sus hermanos (cf. Lc 22, 32). Será importante también fomentar las peregrinaciones a Tierra Santa, el lugar que tuvo la primicia de conocer a Jesús, el Salvador, y a María, su madre. 

Las peregrinaciones son eventos gozosos en los que vivimos de forma extraordinaria nuestro acercamiento al Señor. Situarse en la plaza de San Pedro, rodeado o miles de personas de todos los países del mundo es una experiencia que se la recomiendo a todo católico. Después tenemos la Tierra del Señor, lugar donde se vive y se toca el Evangelio. Vivir ambas peregrinaciones en este año puede resultar fuerte, pero al menos una de ellas sería importante realizar.

 

Se espera que en cada Diócesis, bajo la responsabilidad del obispo, se organicen eventos catequísticos para jóvenes y para quienes buscan encontrar el sentido de la vida, con el fin de descubrir la belleza de la fe de la Iglesia, aprovechando la oportunidad de reunirse con sus testigos más reconocidos. 

No seré quien le indique que no es necesario catequizar a los jóvenes, pero es igual de importante llevar la catequesis a las familias y a las personas maduras y mayores. La Iglesia no es un eterno futuro, sino un continuo presente. Si nos centramos continuamente en el futuro, desaprovechamos las oportunidades que nos brinda el presente. Perdonen esta insistencia. Ser presente en la Iglesia es como sentirse transparente. Les invito a leer la entrada: “Adultos quemados y alejados ¿Por qué? ¿Qué hacer?”. 

Se espera la participación del mundo académico y de la cultura en un diálogo renovado y creativo entre fe y razón, a través de simposios, congresos y jornadas de estudio, especialmente en las universidades católicas, que muestren «cómo entre la fe y la verdadera ciencia no puede haber conflicto alguno, porque ambas, aunque por caminos distintos, tienden a la verdad» 

Personalmente, llevaría estas iniciativas a todas las universidades, para que no quede reducido a las zonas donde existen universidades católicas. Sería necesaria desarrollar un modelo de colaboración entre las Diócesis y las universidades, por lo que a las delegaciones de pastoral universitaria les toca moverse con rapidez. Queda menos de un año. Hay que superar el miedo a hacerse presentes en el ámbito universitario público.

Será importante promover encuentros con personas que «aun no reconociendo en ellos el don de la fe, buscan con sinceridad el sentido último y la verdad definitiva de su existencia y del mundo», inspirándose también en los diálogos del Patio de los Gentiles, iniciados bajo la guía del Consejo Pontificio de la Cultura.

Estas dos últimas iniciativas propuestas son de gran relevancia, ya que el diálogo Fe – mundo moderno debería ser promocionado desde todos lo ámbitos eclesiales.

A nivel de crítica de las indicaciones, reseñaría una deficiencia de propuestas de actuación a nivel parroquial. Parecería que las parroquias fuesen lugares donde la Fe no necesita testimoniarse de manera externa.

 

Echo en falta propuestas concretas para que grupos, asociaciones y movimiento puedan participar de forma activa a la celebración de este año. Dicho se de paso, que las indicaciones abren un interesante puerta:

Las Asociaciones y los Movimientos eclesiales están invitados a hacerse promotores de iniciativas específicas que, mediante la contribución del propio carisma y en colaboración con los pastores locales, se incorporen al gran evento del Año de la fe.

Es evidente que desde la Santa Sede dejar a puerta abierta a que, asumamos una postura creativa para actuar enriqueciendo las iniciativas eclesiales. Es necesario dejar de esperar que la estructura institucional sea quien nos mueva. Si nos quedamos en casa esperando, volveremos a preguntarnos dentro de un año ¿Qué lo sucede a la Iglesia? No se mueve. En vez de preguntarnos ¿Qué me pasa como católico? No me muevo. ¡Ánimo!