El domingo tuve la oportunidad de conocer a un sacerdote de Reus a quien saludo desde aquí, el cual me dijo que presuponía que debía andar muy liado porque no había tenido tiempo de actualizar el blog, y razón no le faltaba, aunque he de confesar también que un poco de “pereza navideña” sí que me ha entrado en estas fechas.
Lo cierto es que acabo de regresar a Madrid tras un fin de semana de lo más intenso participando como ponente en el Primer Congreso de Nueva Evangelización que ha tenido lugar en Manresa organizado conjuntamente por las diócesis de Solsona y Vic.
Lo sorprendente es que algo que se planificó para éstas diócesis originalmente, ha acabado trayendo por el boca a boca gente de toda Cataluña y del resto de España, desbordando las previsiones más optimistas de la organización.
Hacer una crónica de lo allí vivido es misión imposible, pues es difícil expresar con palabras la alegría y el oasis que supone encontrarse con casi 600 personas dispuestas a dedicar el último fin de semana de las fechas navideñas a reflexionar y aprender acerca de la Nueva Evangelización de una manera práctica.
Y de eso, de práctica, es de lo que se trataba, y con ese enfoque presentaron Mons. Casanova y Mons. Novell el congreso y su ponente principal, Mons. Dominique Rey, obispo de Fréjus-Toulon, como gran experto en concretar diocesanamente lo que muchas veces no pasa de mera teoría, palabras y bonitas reflexiones.
El desafío era precisamente este, traer a gente que supiera realmente de qué va el tema, y pudiera compartir experiencias y aplicaciones prácticas que fueran más allá de la teoría y el discurso universitario que se podría esperar en un congreso al uso.
Las realidades presentes fueron cuatro: El oratorio de niños pequeños de Valencia, del escolapio Gonzalo Carbó Bolta; Sentinelle del Mattino, del italano don Andrea Brugnoli; Tronar a creure, del recién nombrado consultor del Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización Xavier Morlans, y los Cursos Alpha, representados por quien esto escribe.
Aunque es difícil ser cronista y parte, de alguna manera tengo que comentar la jugada, intentando ir un poco más allá de presentar un resumen del contenido de las ponencias, que se puede encontrar en otros medios y blogs como el de Germinans Germinabit.
Lo primero que hay que constatar es que tenemos pocas experiencias propias en el tema de Nueva Evangelización. Un obispo francés, un sacerdote italiano y un método inglés acapararon la mayor parte de lo que se hizo, y la aportación de cosecha propia estuvo representada por los excelentes talleres de los padres Morlans y Carbó.
Gracias a Dios la Iglesia es universal, y podemos aprender unos de otros, aunque es cierto que lo que funciona en una cultura no necesariamente lo hace en otra distinta. Un ejemplo, y perdonen la autocita, es Alpha, que ha traspasado fronteras, denominaciones y culturas. También han salido fuera los oratorios del padre Carbó, y el proyecto de los Sentinelle de don Andrea que es presentado por segunda vez en España.
Esto me lleva a confirmar algo que llevo pensando mucho tiempo: la Nueva Evangelización es una ola transversal, que aúna órdenes, movimientos y realidades diocesanas en el empeño común de la tarea del Primer Anuncio. En vez de restar o competir, cuantos más métodos haya mejor, y a poder ser que se utilicen por todos, pues no son más que instrumentos y no carismas o movimientos.
La segunda constatación es que la Nueva evangelización es todavía un fenómeno marginal en la Iglesia, llevado a cabo por algunos visionarios y profetas que han estado trabajando durante años en estos temas cuando muy pocos lo hacían. Que la Iglesia esté pisando el acelerador en este terreno es toda una confirmación de que iban en la dirección correcta.
Al congreso han acudido las personas inquietas por la evangelización de España. Algunos como los amigos de Totus Tuus se han lanzado a las calles a hablar a los alejados, otros saben que quieren proclamar la buena nueva pero no saben cómo. Son un puñado, están diseminados por todas partes, y en muchos casos su trabajo se diluye en el día a día de sus responsabilidades pastorales y diocesanas. Además no suelen estar coordinados entre sí.
Es alentador que Dios haya suscitado a toda esta gente, y una vez encontrados, el siguiente paso es intentar dar unidad y coherencia a lo que hacen para que su esfuerzo y trabajo pueda dar el mayor fruto posible.
En el congreso había muchos vicarios diocesanos, delegados de juventud, y gente consagrada que trabaja para las diócesis allí donde están. A esto le sumas los párrocos, gente de movimientos con sensibilidad a la evangelización pura y dura estilo Renovación Carismática, algún que otro echado para adelante y un buen número de gente de parroquias que quieren animar sus comunidades, y tienes el panorama completo de los asistentes al encuentro.
La realidad es que mucha gente con un corazón para la Nueva Evangelización no sabe cómo hacerla. Simplemente faltan métodos, y cuántos más existan mejor, pues no es una competición sino un esfuerzo común el que nos toca hacer.
En tercer lugar un tema llamativo es que de todos los ponentes yo fuera el único laico, y de ahí el título del post. Aunque sea lo habitual en la Iglesia, si nos ponemos a hacer matemáticas pronto nos damos cuenta de que el éxito de la Nueva Evangelización pasa porque todos podamos profundizar en la vocación bautismal que tenemos la cual nos impulsa al anuncio del Evangelio. La época y la concepción de una acción católica que era una mera colaboradora a la acción evangelizadora propia y exclusiva del clero ya pasó. Aunque lo sabemos en teoría, necesitamos interiorizarlo como Iglesia si queremos ir a más.
El esfuerzo de la Nueva Evangelización pasa porque ésta sea una realidad difusa, es decir que se haga y se practique a un nivel de base por todos y cada uno de los cristianos, cada uno desde su vocación laical, sacerdotal o religiosa.
Para esto hace falta formar, entrenar y educar a nuevas generaciones de líderes capaces de llegar a la gente de su entorno. Eso es lo que se describe que pasó en los Hechos de los apóstoles, cuando cada cristiano era un referente de conversión para sus vecinos. Es lo mismo de lo que habla la Conferencia Episcopal Latinoamericana al querer poner a toda la Iglesia en estado de misión.
En cuarto y último lugar recoger una anotación que me hizo una persona acerca de un aspecto comunicativo en el que yo no había reparado. Esta persona decía que hacía contraste escuchar el discurso innovador del congreso, y luego ver la misma manera de celebrar y de cantar de siempre, con toda su belleza pero tan ininteligible para el joven de hoy.
Lo cierto es que si queremos profundizar en nuevos lenguajes haría falta mucho más que simplemente “ponerle banda sonora” a congresos como este. Quizás haría falta plantearse la necesidad de adentrarnos en la dimensión de la música como lenguaje evangelizador en un mundo postmoderno como el de hoy.
Si hablamos de métodos no debemos olvidar los lenguajes que acompañan a estos métodos, y abrir esta veta en la Iglesia católica de hoy en día es redescubrir una dimensión en la que ni reparamos por pura falta de cultura para ello.
En fin, que constataciones aparte, el I Congrés de Nova Evangelització en Manresa ha sido un rotundo éxito, el cual se debe a la valentía de obispos como Mons. Novell y Mons. Casanova, a la que se suma la entrega y dedicación de sus respectivos equipos diocesanos que han conseguido lo que a mis ojos es toda una hazaña.
Ellos son la viva demostración de que Dios actúa donde le dejan, y que cualquier diócesis, hasta unas pequeñas y humildes como Solsona y Vic, tienen mucho que aportar y enseñar si aúnan fuerzas con otras realidades evangelizadoras, teniendo así una repercusión enorme en el conjunto de la Iglesia.
Y es que en la unidad de todos en este empeño común de la Nueva Evangelización hay una bendición muy especial que está esperando al resto de la Iglesia.