Día de la Prensa (24de enero)
Una sugerencia a los periodistas españoles:
Un patrón español para ellos: Lolo, Beato y Periodista
Este año 2012, el día 24 de enero, día de la prensa, es la primera vez que en esa fecha está abierto el blog de LOLO, PERIODISTA SANTO, en “Religión en Libertad”, que recoge cada semana un artículo escrito por el Beato Manuel Lozano Garrido, “Lolo”: Beato y Periodista. Y por ello no puede prescindirse en esta fecha de trazar alguna pincelada, aunque breve, sobre la figura de Lolo, periodista. No en vano él definió al periodista como “catedrático de la verdad” en la Universidad de la vida. Y este recuerdo de Lolo en esta fecha no puede ser de otro modo que reproduciendo un artículo del Beato Manuel Lozano Garrido, periodista, que escribió él para ese mismo día , en el año 1966.
No es la única ocasión que él escribe sobre el tema de la prensa, del periodismo, de lo que significa un periódico en las manos del que lo hace o del que lo lee. Se puede decir -él lo decía con gracejo- que la vocación periodística es un “gusanillo”, y ¡bien que él lo llevaba dentro! La vocación está bien clara desde los quince años, y aún escribí mis primeros artículos a los diecinueve, pero sólo a los veinticuatro, dos después de la enfermedad, sentí la enorme comezón de la pluma y la dulce herida de ese fuego que, si arrebatamos a Dios, simultáneamente nos quema las entrañas. (Así escribe en Las estrellas se ven de noche, p. 15).
De mucho relieve es una “utilidad” que da él al periódico: Un periódico es así lo mejor para tirar del ovillo de la oración, porque los sucesos, incluso, son ya como cuentas de un rosario que se enreda y tira de las manos para el diálogo con el Padre. (Lo escribe en Mesa redonda con Dios, p. 190).
Mirando a los periodistas -“Los que trabajan para mí”, los llama él, en otro artículo de prensa de 1962-, dice: Bajo cada periódico se esconde un alfarero. Somos pan que se amasa en manos del que escribe. Con las teclas de la máquina se puede hacer un santo, un héroe, un genio o unos seres humildes; alegrar en un llanto o armar una esperanza, hacer que no se odie y también que se ame, remediar una lacra y crear más hermanos. Y con una crudeza y sinceridad muy valiente añade: El periodista es como una antorcha en alto. También como un aljibe, de fango o de agua viva.
De su silencio de horas doloridas y de su pluma salió El Decálogo del periodista: http://www.amigosdelolo.com/decalogo-del-periodista150.html ; de él es la Oración por los periodistas, http://www.amigosdelolo.com/oracion-por-los-periodistas154.html
Son dos piezas maestras para la reflexión de estos profesionales de la prensa. Expresamente renuncio a hacer cualquier comentario a cada renglón de uno y otra, porque empobrecería su riqueza. Sólo con la lectura directa, personal y reflexiva se puede calibrar el peso de esas dos piezas. Pero sí quiero decir que son muchas personas, en España y en el mundo, las que rezan a diario esa Oración escrita por Lolo, pidiendo por los periodistas. Son los monasterios y enfermos agrupados en la obra SINAÍ, fundada por Lolo. http://www.amigosdelolo.com/listanoticias.php?tipo=sinai
Benedicto XVI en el último Mensaje para la jornada de las Comunicaciones sociales (5 junio 2011), fijaba su atención en la comunicación de hoy, en los alcances del internet, en la era digital de la comunicación… Pero hay un párrafo en el mensaje en el que hace esta reflexión: Comunicar el Evangelio a través de los nuevos medios significa no sólo poner contenidos abiertamente religiosos en las plataformas de los diversos medios, sino también dar testimonio coherente en el propio perfil digital y en el modo de comunicar preferencias, opciones y juicios que sean profundamente concordes con el Evangelio, incluso cuando no se hable explícitamente de él. ¿Son estas palabras un retrato de Lolo? O dicho de otro modo: ¿fue Lolo un “adelantado” de su tiempo?
Porque él puso en sus artículos de prensa ‘contenidos abiertamente religiosos’; pero muy bien que cumplió ‘el modo de comunicar preferencias, opciones y juicios’. Así lo hizo en sus más de 320 artículos de prensa escritos desde su sillón de ruedas. Y su temática era variada, muy variada: urbanismo, minería, vivienda, deportes, escolarización, arte, literatura, justicia social… A continuación, un artículo de Manuel Lozano sobre la NOTICIA. Y desde luego, no creo que hoy en el cielo, donde está S. Francisco de Sales y también el Beato Lolo; y creo que en ningún otro día del calendario, pueda haber enfado o rivalidad: “a ver si tú o yo fuimos más ‘escribientes’, o en qué papeles escribimos”. Seguro que los dos se entienden bien y nos entienden. Ya se sabe aquella anécdota de Lolo en el frente de Guerra: “Yo no soy Beato, ni espero serlo”…
El mismo Benedicto XVI, el día 13 de junio de 2010, domingo, en el Angelus del día siguiente a la Beatificación de Lolo en Linares, decía desde la Pl. de S. Pedro del Vaticano, hablando del nuevo Beato: Los periodistas podrán encontrar en él un testimonio elocuente del bien que se puede hacer cuando la pluma refleja la grandeza del alma y se pone al servicio de la verdad de las causas nobles.
Esas palabras del Papa dichas en la Urbe y para el Orbe, y esas otras de su mensaje para la Jornada de los MMCCSS de 2011, antes citadas, son el motivo de esta sugerencia: ¿El Beato Manuel Lozano Garrido, “Lolo”, puede, podrá ser, especial protector y patrono de los periodistas españoles? No hay que olvidar que ya antes, el 11 septiembre de 2002, unos periodistas españoles entregaban al Papa Juan Pablo II, en propia mano, las más de 210 cartas que otros compañeros periodistas de España habían firmado pidiendo la pronta Beatificación de Manuel Lozano, periodista y escritor, que supo vivir, apasionadamente y en medio de su dolor, su vocación de periodista como en un ‘nuevo areópago’.
Rafael Higueras Álamo
Postulador de la Causa de Canonización
LA NOTICIA
Manuel Lozano Garrido.
Distribuido por Prensa asociada, nº 1536, 19 enero 1966
He aquí un rodillo que gira, veloz, e infatigable. De madrugada, un hombre pulsó los conmutadores y la máquina empezó a cantar su serenata de hierro. Por la calle no se oía más que el chuzo de un sereno. En el alto había estrellas. Dentro, alguien cerraba al fin un teletipo, casi al mismo tiempo que otro, en el taller, se ceñía vigilantemente una visera.
El rodillo, de cerca, es como una minúscula geografía de ladera y montañas, una inteligente geografía de ideas y de mensajes; como la otra, la grande, la que escribe Dios sobre la cima de los montes o nos cuelga de los chopos de las riberas.
En la calle, sabe Dios donde, un ‘pegaso’ atropelló a una viuda con siete hijos; junto a una mesa redonda se sientan un puñado de hombres, para discutir el precio de unos cereales; un sabio ha descubierto la vacuna contra un virus; cierto atleta desbanca una plusmarca; las cotizaciones de bolsa fluctúan y al derruir un paredón, se encuentran unas monedas. Entonces, un hombre, muchos hombres, escriben en un bloc de notas la menuda o grande peripecia de cada día. Luego, otros las recogen en el teletipo, con una taza de café al lado, para no rendirse. Y de mañana, cuando el cielo es un estallido de nobles claridades, seis reales o dos pesetas dan a las pacíficas e ilusionadas criaturas el colosal y enérgico latido del mundo que habitamos.
La noticia corazón del mundo, pulso de la vida del mundo. La noticia, palabra, idea, suceso del rebullir colectivo de los hombres. La noticia, también, mensaje, peripecia con sentido, pura lección de esa hermosa caminata que es el vivir.
Todo lo que nos ocurre tiene su norte, su entraña, su posibilidad, su escalera, su flor. No importa el alma negra de algunas noticias, lo que de desolación o de fracaso remonten en apariencia hasta los titulares. Cada noticia es como una parábola, una combinación de anécdotas y sucesos que se da para nuestro bien. La verdad está en saber descascarillar esa nuez para comerse la pulpa, en la recta interpretación, en la fecunda asimilación del resultado. Escritas en inglés o en somalí, en cursiva o en negativa, por detrás de las columnas asoma el rostro de los hombres, como también algo más: el gran, el enorme, el maravilloso y dulce rostro del Cristo que encarna en el trajín, el sudor, las ilusiones y el esfuerzo de todos los hombres. Si uno cae, Cristo se conduele en cruz, si uno salta, Cristo se remonta sobre el Tabor, si uno lucha y espera, si no se rinde, si canta, si ama, Cristo se desliza como un río por la vida, dando su tic-tac en el cruce de las calles, las carreteras, las casas con toda la vega con escarcha y sudor de siembra. Lo que cuenta es descubrirle hora por hora, palabra por palabra; hacerse de sus pensamientos, cuajarse en su voluntad. Lo que interesa es la lealtad, manipular limpiamente con su lenguaje, abrir los ojos, la mente y el corazón al semáforo que nos tiende sin cesar: los que nacen la noticia y los que la reciben; los que la sudan y los que la gozan; los que, en suma, circundamos a esa cruz que, también ahora, como siempre, nos redime anidada en la hermosa alegría de vivir.