ELEGIDO AL AZAR
Verdaderamente, el azar tiene mucho poder sobre nosotros,
puesto que, si vivimos, es por azar.
-Lucio A. Séneca-
Emilio Salcedo, en su libro Vida de don Miguel, cuenta la siguiente anécdota del joven Unamuno:
«Un día, Miguel, después de comulgar, abrió su libro de misa y puso el dedo sobre un pasaje elegido al azar:
—Id y predicad el evangelio por todas las naciones.
Años más tarde, en carta a Jiménez Ilundain, recordará este suceso:
—Me produjo una impresión muy honda. Lo interpreté como un mandato de que me hiciese sacerdote».
Y en la misma carta sigue:
«Mas, como yo por entonces, a mis quince o dieciséis años, estaba en relaciones con la que hoy es mi mujer, decidí tentar de nuevo y pedir aclaración. Cuando comulgué de nuevo, fui a casa, abrí otra vez y me salió este versillo (versículo), el 27 del capítulo 9 de san Juan: “Les respondió: ‘Ya os lo he dicho y no habéis atendido. ¿Por qué lo queréis oír otra vez?’”.
No puedo explicarle —continúa— la impresión que esto me produjo».
Y concluirá: «En mucho tiempo repercutió la sentencia en mi interior y el recuerdo de aquellas palabras me ha requerido siempre».
Dios nos habla en las Sagradas Escrituras y debemos aprender a escucharlo. A veces la palabra del Señor nos viene como un susurro que va calando poco a poco, su comprensión es lenta y profunda; otras veces es clara e impactante como un relámpago que nos ciega con su luz. Es Dios quien determina cómo será el encuentro maravilloso con su palabra y debemos respetarlo.
Es cierto que hay ocasiones en que Dios nos da un mensaje cuando abrimos la Biblia al azar. Así le ocurrió a san Agustín y lo llevó a su conversión. Es cierto, pero no es el método ni más seguro ni más aconsejable.
Debemos cuidarnos de no utilizar la Biblia de forma superficial como si fuera a darnos una respuesta instantánea cada vez que se nos ocurra. Es el peligro en el que se puede caer si hacemos un hábito de abrir la Biblia al azar en vez de buscar una lectura más profunda. A veces, Dios no nos da una respuesta directa y rápida, porque nos llama a caminar en fe y perseverar con lo que ya nos ha dicho anteriormente.
Quien quiere conocer los designios de Dios debe imitar a María que guardaba todas las cosas en su corazón, las meditaba profundamente y las vivía. Quien busca de todo corazón no será defraudado; irá creciendo en entendimiento toda su vida.
Dios puede usar los medios más diversos, incluso el azar, para hacernos saber sus deseos, pero si solo nos apoyamos en el azar, podemos terminar alejándonos de él como Unamuno.