Parecería que en estos tiempos hay derechos para unos y no para otros. Vivimos un tiempo lleno de contradicciones donde todos nos emocionamos frente a las urgencias de ayuda a niños que padecen enfermedades, mientras que al mismo tiempo se propone eliminar a otros antes de que sean un estorbo para una vida individualista, donde el más débil se vuelve una carga.
Vivimos un tiempo lleno de paradojas donde se enarbolan las banderas del pluralismo, la diversidad y la sana laicidad, y no se puede pensar diferente, ni disentir con seriedad, so pena de ser tachado de retrógrado o desubicado.
Hemos ganado en sensibilidad por el maltrato humano y animal, y lamentablemente parecería que no se nos debería mover un pelo ante la amenaza de destruir al niño dentro del vientre de su madre.
Estamos preocupados por el envejecimiento de nuestra población y estudiamos quien podría venir a vivir del extranjero, pero se nos dice que no es lógico defender a los uruguayos que quieren nacer con pleno derecho a la vida en su propia tierra, porque su madre tiene el derecho de matarlo si le complica la vida. Cuando para peor, conocemos bien el sufrimiento de las madres que por falta de alguien que piense en ellas realmente, quedan solas con su dolor, su confusión y una carga para toda la vida, por haber sido empujadas a algo que va contra su propia naturaleza.
Nos quejamos de la vida consumista y de la reducción del ser humano a un objeto, mientras que los que no llegan a nacer y los que ya no "producen" por ser ancianos, se vuelven desechos de una sociedad esquizofrénica. ¿Quién será catalogado de ser humano dentro de unos años? ¿Acaso los que puedan ser completamente autónomos e independientes, productivos y eficientes? ¿Será lo mismo una cosa que una persona? ¿Será lo mismo sacarse un quiste que un hijo? ¿Podremos vivir sabiendo que otros seres humanos como nosotros, pero que no tienen quien los defienda, sean desechados por una mayoría que decide quien vive y quien muere?
¿Llamaremos bueno a lo malo solo porque ahora puede ser legal? ¿Será discutible según la opinión de cada uno el valor de la vida humana? Pues no parecemos ir a buen puerto por estos caminos...
Hoy son muchos los que no quieren practicar el diálogo mientras lo predican, porque el diálogo exige la escucha del otro sin prejuicios ni agresiones.
Si algo hace la Iglesia hoy, no es levantar el dedo para señalar a nadie, ni amenazar, porque tampoco tiene ese poder. El poder de la Iglesia es el amor de Dios y la verdad por la que vive, que le llevan a trabajar silenciosa y comprometidamente, todos los días al servicio de todos los que, sin importar lo que piensen, sientan o hagan, se les abre la puerta para conocer el Evangelio y una vida mejor.
Los temas que nos apasionan y nos comprometen a los cristianos no son las excomuniones, ni las prohibiciones, sino el amor por el Evangelio, por la vida humana y por construir un mundo menos cínico, y más solidario, en colaboración con todos, incluyendo a los que sin compartir la misma fe, quieren una sociedad más justa, más fraterna y más humana con los más pobres e indefensos.
La Iglesia abierta al diálogo y a la construcción de una mejor patria para todos, muchas veces es discriminada, insultada gratuitamente y no pocas veces silenciada. Vivimos en tiempos donde es necesario escuchar más de una voz, abrirnos al diferente, y a reconocer que el que piensa distinto siempre nos ayudará a pensar mejor.
El diálogo sincero y abierto es algo que debemos practicar todos, empezando por nosotros mismos, pero sin perder el coraje de decir la verdad, que suele ser en la mayoría de los casos, bastante incómoda.
Que Dios nos bendiga a todos y que tengamos el coraje de construir un futuro mejor para todos los uruguayos nacidos y por nacer.
- Publicado en el contexto de la discusión por la despenalización del aborto en el Uruguay (28 de diciembre de 2011).