Pues sí, el caso es que según empleamos el tiempo, tanto de trabajo como el libre o de ocio así nos definimos. Podemos comprobarlo en cualquier momento.
Si optamos por una vivencia estresante en la que no paramos de ir de un lado a otro agobiados, con necesidad de estrés, así nos estamos disponiendo hacia nosotros mismos y los demás.
Si la misma vida se encarga, con el ritmo en el que nos hemos metido entre pecho y espalda, de estudios, trabajo y ocio, de hacer que muchas veces no tengamos tiempo o nos veamos en dificultades para conseguir tiempo para actividades más importantes, necesarias o convenientes, eso ya es otra cosa.
Lo cierto es que, por ejemplo, para descansar, para leer un buen libro, escuchar un buen disco o asistir a un buen recital de música, ver una buena película, para más de uno es una empresa difícil o casi imposible.
También disponer de tiempo para poder aprender o mejorar personalmente en algún idioma, o en cualquier otra materia en la que tenemos alguna que otra laguna, puede ser interesante.
Son ideas para estas próximas breves y tal vez frugales vacaciones de Navidad. Agucemos un poco nuestro ingenio en esta época de crisis. Busquemos lo que puede ser más conveniente para nuestro espíritu, y para nuestro cuerpo también. Intentemos buscar más tiempo para estar con la familia, para compartir más y mejores momentos con los amigos, para darnos un poquito más a los demás en alguna causa solidaria,… en fin, para vivir estas navidades con un sentido más pleno, más intenso, que las que vivimos hace un año.
Recordemos que tal y cómo ocupemos este tiempo tan importante del año, su final, que es también el signo y el símbolo de la mayor novedad, del mayor Acontecimiento de toda la historia de la humanidad, se va a ver de qué estamos hechos, para qué o para quién hemos sido creados.